miércoles, 20 de febrero de 2019

EL MUELLE DEL "NARANJERO": LA MUERTE DE BUENAVENTURA DURRUTI



El subfusil "Naranjero" fue una de las armas reglamentarias del Ejército republicano.


Quedamos en que en esta colaboración hablaríamos de determinadas anécdotas históricas. Pero, ¿cómo mencionar una única anécdota? ¿qué anécdota elegir de un personaje cuya vida fue en sí una permanente anécdota, llena de curiosidades y misterios que se confunden entre el mito y la realidad? Renunciando a cualquier pretensión de ceñirnos estrictamente a la verdad, porque en este personaje es imposible, vamos a adentrarnos levemente en la vida y muerte una de las figuras mas denostadas, a la vez que alabadas y sin duda mitificadas de la historia contemporánea española. Atracador de bancos, juzgado varias veces, exiliado en Francia y Bélgica, desterrado a Fuerteventura, visceral, pasional, impetuoso, vegetariano, mal orador … y en ocasiones, en muchas ocasiones, imprudente. Una vida que no fue una vida, sino una auténtica novela.

Imaginemos por un momento la siguiente escena que nos va a ayudar a definir al personaje:
Dos primos comparten habitación. Uno es un niño al que los vecinos regalan una jaula con un periquito. El otro es un joven cuyas iniciales ideas políticas derechistas están virando hacia posturas libertarias, gracias a la influencia de uno de sus tíos. A la mañana siguiente el pájaro ha desaparecido, y al niño solo le queda una triste jaula vacía. El joven, al que no le gustaban los animales enjaulados, había decidido liberar al pájaro.

Este joven morirá años después en extrañas circunstancias a los 39 años de edad. Cuando su médico de cabecera, el doctor Santamaría, entrega por toda herencia a su mujer, Emilianne, una vieja maleta, dentro solo encuentra un cinturón con una Colt del 45, una gorra, unos prismáticos, dicen que una muda sucia y, lo mas interesante,  una vieja chamarra con un pequeño agujero que a su alrededor ha quemado el tejido, dejándolo ennegrecido. Esta chamarra será el testimonio, ocultado durante decenas de años por los sectores anarquistas, de que nuestro personaje, Buenaventura Durruti, no murió en combate, como se apresuró a decir la propaganda de la CNT y del propio gobierno republicano para evitar la desmoralización de las milicias anarquistas, sino que murió de un disparo a quemarropa cuando iba a subir a su coche. En el imaginario popular quedó, y sigue quedando, el ideal del campesino, jornalero, del revolucionario anarquista honesto y honrado, del hombre coherente, que murió como un héroe defendiendo sus ideales en combate. Pero, sin embargo, la realidad de su muerte fue otra, mucho mas insignificante, mucho mas mundana, mucho mas cerca de las pequeñeces de los hombres, que de las heroicidades de los mitos.

Continuemos con nuestra historia, con nuestra anécdota histórica, con ese instante fugaz que dura un segundo y que tendrá unas consecuencias fatales tanto en el desarrollo de la guerra, como, especialmente, en ese anarquismo español que hasta la muerte de Durruti, era mayoritario y casi absoluto dentro del movimiento obrero español. No olvidemos a este respecto que la CNT, antes de la guerra, solo en Cataluña tenía 1 millón de afiliados, y que, contra lo comúnmente pensado y hábilmente difundido por el franquismo, el comunismo respecto al anarquismo en España, fue insignificante antes, durante y después de la guerra.




Noviembre de 1936. Madrid está asediada. En el frente de Moncloa, las milicias anarquistas no son capaces de contener el empuje de los furiosos asaltos de los soldados franquistas del Tercio. Mientras tanto, el frente de Aragón está inactivo y estabilizado. Ante la zozobra de la capital de la República, Federica  Montseny, ministra de la CNT del gobierno de Fª Largo Caballero, pide encarecidamente a Buenaventura Durruti que se traslade de Aragón hasta Madrid con su famosa columna. El gobierno de la República ya se ha trasladado a Valencia, y la sola presencia de Durruti sería una inyección de moral para las tropas. Durruti se niega en redondo, considera que su columna será mas útil en el frente aragonés.




Frente de Moncloa. Tanque capturado. Fuente: Ministerio de Cultura (Archivo "Rojo")

Pero, finalmente, a regañadientes, accede a desplazarse a Madrid. Una pequeña parte de la columna Durruti está combatiendo en el frente de ciudad universitaria. La fuerza y los ataques de los soldados franquistas llegados de Marruecos, provoca el intento de deserción de muchos combatientes. Uno de los superiores, desesperado, manda llamar urgentemente a Durruti, que en ese momento estaba alojado en un chalé de la calle Miguel Ángel. Durruti manda sacar el Packard, y junto a Julio Graves y el sargento Manzano se dirigen al frente. Delante va otro coche, que a unos 50 metros les va abriendo paso. Según cuenta el chófer del coche que va delante, en un determinado momento el coche de Durruti desemboca en la avenida Reina Victoria y se detiene cerca del hospital clínico, y , pese a la presencia de francotiradores fascistas en las inmediaciones, Durruti y Manzano descienden del vehículo. ¿el motivo? Al parecer se encuentran con un grupo de milicianos de caras abatidas que abandonan el frente, aunque otras fuentes afirman que lo que hace que Durruti baje del vehículo es un grupo de milicianos arrancando las vías del tren para hacer fuego. Sea como fuera, lo cierto es que Durruti desciende y reprende a los milicianos, que contrariados por la reprimenda dan media vuelta y regresan a las trincheras. Durruti y Manzano se giran, y al subir al coche, se oye un disparo. Uno de los hombres cae al suelo. El otro, rápidamente lo coge y lo introduce en el vehículo. El coche da inmediatamente la vuelta y acelera a toda velocidad en sentido contrario.

El coche se dirige al Hotel Ritz, reconvertido entonces en hospital de campaña, donde Durruti acabará muriendo ese mismo 20 de noviembre de 1936. Una bala le había perforado el tórax. La causa oficial de su muerte fue un disparo realizado desde el hospital Clínico por los francotiradores franquistas. Acababa de nacer el mito. Su funeral en Barcelona fue el acto civil mas multitudinario de la guerra. La propaganda republicana se apresuró a difundir la versión oficial de su muerte: el gran Durruti muere asesinado por las balas fascistas en acto de combate. La verdad no era importante. Lo importante de veras era cohesionar al ejército y a las milicias en torno al mito.


Cadáver de Durruti con la herida mortal en el costado

Sin embargo, como tantas veces ocurre en la historia, la versión oficial hace aguas por todos lados. En el mismo funeral de Durruti, el presidente de la Generalitat, Compays, y tal como recoge la Vanguardia, ya habla de que le dispararon por la espalda.
Para empezar, la herida tenía orificio de salida, algo tremendamente inusual cuando el disparo está realizado a larga distancia, además, la chamarra presentaba alrededor del orifico de entrada restos de pólvora, con lo que se deduce que el disparo debió de realizarse como mucho a medio metro: ¿qué ocurrió en realidad? Una cosa está clara, no fue un francotirador franquista, y si el disparo fue a quemarropa, el único que bajo del coche junto a Durruti fue el Sargento Manzano.




Últimas imágenes de Durruti pocas horas antes de morir grabadas por una televisión soviética


El sargento Manzano vivió hasta los setenta, y siempre mantuvo la versión oficial, negando que él disparase contra Durruti, aunque siempre se le ha acusado. Está bastante consensuado que Manzano, pese a declararse reiteradamente anarquista, era mirado con sospechas por muchos, que siempre afirmaron que era comunista. ¿Fue la muerte de Durruti un crimen político dentro de esa guerra que se libraba dentro de la propia guerra entre comunistas y anarquistas por hacerse con el control del poder republicano?




Funeral de Durruti en Barcelona

Pero podría haber ocurrido otra cosa. ¿Y si la muerte de Durruti hubiera sido un accidente? Un hecho aislado y fugaz fruto de la casualidad o de la mala fortuna.
El arma reglamentaria de las milicias era el sub-fusil metrallador conocido como “Naranjero”. Esta arma de guerra era conocida y temida por los propios portadores por su inestabilidad, lo que hacia que se disparara accidentalmente con mucha frecuencia. La culpa, en concreto, era de un muelle recuperador del naranjero de escasa calidad.

Al día siguiente de la muerte de Durruti, el propio Manzano le dijo a Juan García Oliver, tal y como este recoge en sus memorias, que, al entrar al coche, Durruti resbaló, el naranjero golpeó con la culata el suelo y el arma se disparó accidentalmente, hiriéndole de muerte.

Lo cierto es que todos los que conocieron a Durruti afirman que jamás le vieron con un naranjero, y que por toda arma portaba una pistola al cinto.
Jamás sabremos que ocurrió en realidad, quizá la clave pueda encontrase en algún oscuro sótano de los archivos soviéticos … o no.
Lo que es cierto es que su muerte supuso el nacimiento del mito de Durruti … y también del mito del muelle del naranjero.

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