miércoles, 27 de febrero de 2019

CASO ABIERTO: EL ASESINATO DE OTZI, EL HOMBRE DE LOS HIELOS



Otzi en el momento de su descubrimiento


Hoy vamos a narrar la historia de uno de los asesinatos mas famosos de la historia. Y no, no será la historia del asesinato de Kennedy, de Luther King o de Julio César, sino de alguien mucho mas importante, porque la historia de su asesinato a arrojado luz allí donde los historiadores no veían nada. Como si de una bombilla se tratara, el asesinato de este hombre, encendió un foco en medio de la oscuridad, y nos ha permitido ver lo desconocido, aquello que jamás hubiéramos logrado ver sin el crimen que se cometió contra él.

Durante los últimos 25 años, desde el momento en que se descubre el cuerpo, su asesinato a acaparado decenas de portadas de periódicos, a ocupado cientos de horas de programación televisiva, y, pese a que en su resolución han trabajado los mejores científicos del mundo, los mas prestigiosos forenses, patólogos y genetistas, lo cierto es que ha sido imposible esclarecerlo. Ni tan siquiera conocemos su nombre real. Pero, pese a ello, sigue siendo uno de los asesinatos mas famosos, de la historia.

Hoy, en anécdotas de la historia, vamos a contar qué pasó y cómo se produjo, y a través de la narración vamos a entender cómo se va construyendo poco a poco, piedra a piedra, el relato histórico… o ¿es que acaso nunca os habéis preguntado cómo se pueden conocer de forma tan detallada y tan precisa hechos históricos que pudieron producirse hace decenas o centenares de años? ¿Cómo puede ser? ¿De qué manera se reconstruye la historia?

Como siempre hacemos en esta sección, vamos a intentar poner el foco en un momento, en un fotograma de la historia que vamos a detener para observarlo desde cerca.
Así que vámonos, abrochaos los cinturones, porque vamos a comenzar nuestro viaje, nuestro viaje hacia la historia, la historia de un asesinato.

Es 19 de septiembre de 1991. Estamos en mitad de los Alpes, justo en la frontera entre Italia y Austria. Un matrimonio de alpinistas alemanes, Helmut y Erika Simon, sube con paso decidido hacia el pico Finialspitze, de más de 3500 metros de altitud. Helmut y Erika continúan su ascensión hasta llegar a la cumbre. A los pocos minutos inician el peligroso descenso.  En un momento dado, y para ganar tiempo, deciden desviarse de la ruta habitual, y atravesar por una zona virgen. El cielo está cubierto de profundas nubes grises típicas del otoño en aquellas montañas, aunque la visibilidad es buena. Una vez que han descendido unos 400 m., observan a lo lejos un gran hoyo, rodeado de enormes piedras, cuyas puntas romas despuntan entre la nieve. El hielo y el agua se mezclan con la tierra, y es entonces cuando se percatan de que, entre ese amasijo de barro, destaca un bulto parduzco, que desentona con el gris vivo de las piedras que tiene alrededor, y que resulta … sospechosamente humano. Helmunt le comenta a Erika que parece la cabeza de un muñeco. Parece tumbado, quizá de alguna caída. Helmunt y Erika se miran, y sin decir una palabra, los dos piensan lo mismo: un alpinista desafortunado. ¡Quizá se tropezó o se resbaló! ¡quizá una placa de hielo oculta debajo de la nieve! Aceleran la marcha hasta llegar al lugar. Cuando están a pocos metros, los dos se quedan petrificados ante lo que contemplan. Después de unos segundos en los que la sorpresa se dibuja en su cara, por fin reaccionan y se agachan. Observan al muerto, que reposa boca abajo, con el brazo izquierdo totalmente cruzado y extendido entre el pecho y el cuello, como si en el último momento hubiera decidido utilizarlo de almohada y se hubiera acurrucado para dormir. Cuando salen de su ensimismamiento, deciden avisar a las autoridades austriacas.




Erika y Helmut Simon

Los equipos de rescate austriacos se apresuran en llegar al lugar, y en los días posteriores se generará un conflicto diplomático con las autoridades italianas, que reclaman para sí el cadáver y la investigación. Efectivamente, mas tarde se aclarará que el punto exacto donde se encontró el cadáver pertenecía al territorio italiano por tan solo 80 metros. Sin embargo, en el momento del levantamiento del cadáver, será un helicóptero austriaco el que traslade los restos mortales, una vez sacados del hielo, hasta Innsbruck, para practicarle la autopsia. Por desgracia, una vez que el cuerpo ha sido introducido en una gran bolsa de plástico transparente y mientras intentaban meter el cadáver en el ataúd que le llevaría en helicóptero hasta Innsbruck, los operarios le fracturan un brazo, rompiéndole casi sin querer el húmero izquierdo. Mientras acaban de montar el cadáver en el helicóptero, van recogiendo los objetos que portaba, y que aparecían desperdigados a su alrededor: un cuchillo, una cuerda, y varios objetos que no logran identificar. Allí, en el instituto de medicina forense, los médicos se dan cuenta de que están ante un caso fuera de lo normal. Revisan concienzudamente todos los objetos que portaba buscando pistas que den alguna respuesta al último día de vida de esta persona. Enseguida se percatan, por la ropa y el equipamiento que lleva, que no era un excursionista mas, y que el completo kit de supervivencia que portaba en un cinturón especial indicaba que estaba realizando un largo viaje. ¿Por qué solo llevaba puesto un zapato? ¿Por qué se adentraría alguien en medio de un glaciar en descomposición? ¿Hacía donde se dirigía? ¿Cuánto tiempo llevaba andando?, y sobre todo, ¿cómo murió?




Zapato que Otzi llevaba puesto cuando fue descubierto

Sobre la fría mesa de metal de la sala de autopsias, los médicos registran su duro cadáver. La congelación ha sido rápida y la carne presenta un aspecto extraño: parece desecada. En el registro, no localizan ningún documento de identidad, y, al dar la vuelta al cadáver se dan cuenta definitivamente de que algo no cuadra: tiene los ojos en las cuencas, pero parecen petrificados, y la boca abierta en una mueca extraña. Es entonces cuando comienzan a sospechar. Al tocar el abrigo que cubría solo parte de su cuerpo entienden que no está hecho de un material normal, ya que está mojado y se desmenuza en largas hebras.



Detalle de la cara de Otzi

El hallazgo genera un revuelo mundial y comienzan las controversias y las especulaciones. Los medios de comunicación se hacen eco inmediatamente de la noticia: desplazan corresponsales a Innsbruck en busca de las novedades de la investigación, e incluso algunos periodistas deciden subir hasta el lugar exacto donde fue encontrado, a 3210 metros de altura, a realizar los canutazos en directo para sus televisiones.

Los investigadores tienen una certeza: no ha muerto recientemente. La mochila que portaba, con su bastidor de madera, tiene un diseño relativamente actual, y es este detalle de la mochila sumado a una atadura azul de un esquí que estaba junto al cadáver lo que confunde a uno de los patólogos que atiende el cadáver, que se arriesga a hacer una primera conjetura: se trata de un excursionista desaparecido en la zona en los años sesenta. Pero el resto del material no indica esa posibilidad, y finalmente se descarta. Mas tarde surge una segunda hipótesis: se trata de un soldado de la primera guerra mundial. De hecho, esta fue una zona de combate, donde a lo largo del s.XX fueron apareciendo varios soldados y abundante material bélico, que quedaron abandonados en la montaña. Sin embargo, al colocar en una mesa los objetos rescatados junto a su cadáver, una vez limpios de barro y secos, y obsérvalos con detalle, los investigadores descartan por completo esta segunda hipótesis. No, no es un soldado de la 1ª guerra mundial, no, no puede serlo. Por primera vez lo entienden. Están ante algo único, una casualidad estadísticamente imposible, un hecho tan remotamente probable que jamás nadie lo había contemplado: no, no están ante un hombre simplemente muerto, sino ante una máquina del tiempo que les han puesto delante de las narices, y que les va a permitir abrir una ventana al pasado mas remoto de la humanidad.



Trabajos de investigación sobre el cuerpo de Otzi

¿Quién era en realidad este hombre congelado que yacía muerto en medio de un glaciar con todo su equipamiento de montaña?

Atentos …

Estamos en las mismas montañas donde se ha encontrado su cuerpo. El paisaje es similar, aunque estamos en pleno invierno, hace mucho mas frío, y la nieve cubre prácticamente toda la montaña. Abajo, en un pequeño valle junto a un riachuelo, observamos lo que parece ser un pequeño poblado. Está a apenas un día de marcha del lugar donde se encontró el cadáver. Apenas se esbozan lo que parecen rudimentarias chozas. Las paredes, circulares, están hechas principalmente de madera, y se apoyan sobre grandes lascas de piedra sin labrar. El techo está forrado de fibras vegetales trenzadas muy compactas que evitan que el agua entre en las viviendas.

Nuestra víctima está en un huerto anexo al poblado. Coge con ambas manos un palo, de cuya punta, atada con cuerdas, pende una piedra que ha estado trabajando toda la mañana. Se afana, con fuertes golpes en perforar la tierra. Es un hombre maduro, de unos 45 años, y menudo, pesa solo 50 kg. y mide algo mas de un metro y medio. Sus ojos son marrones y su cabello castaño. Tiene las orejas grandes, que enmarcan una cara ruda, llena de profundas arrugas que acaban en una larga barba canosa y descuidada, y el pelo muy sucio y enredado. Pese a su complexión delgada, tiene una prominente barriga. Lleva los pies descalzos, que apenas se ven por el largo pantalón hecho de la unión de varias pieles. En su torso, desnudo, se pueden ver varios tatuajes situados en lugares estratégicos de su cuerpo.

Pero, ¿dónde estamos? ¿qué es este lugar? Volvamos de nuevo a Innsbruck, al centro de medicina forense donde reposa su cadáver en 1991. Será el director de un Instituto de investigación de Innsbruck el primero que acuda al centro forense al difundirse las imágenes de los objetos que portaba. Logrará, tras mucho insistir, un permiso especial de investigación. Spindler, que así se llamaba el investigador, realiza los primeros análisis a los objetos que portaba. No puede creerse lo que ve. Los análisis de carbono son concluyentes: este hombre pertenece al neolítico, y murió hace 5300 años.

¿Cómo calcular el tiempo?, ¿cuánto son 5300 años? ¿es mucho o es poco? ¿Cómo era la Europa de hace 5300 años en la que desarrollaba su vida? Para tomar un poco de conciencia de en qué momento de la historia nos encontramos, digamos que todavía quedaban 3000 años para el nacimiento de Jesús, y nada más y nada menos que 1000 años para la construcción de las pirámides. Estamos al final de la edad de piedra, un momento en que los hombres todavía no dominaban la fundición del metal y sus herramientas eran de piedra. En este mundo, en esta Europa de hace 5000 mil años, no había países, ni fronteras, ni reyes, ni instrumentos de metal, ni tan siquiera se había inventado la rueda. Todavía quedaban 1200 años para que apareciera la primera escritura. Estamos justo en el momento en que el hombre moderno, comienza la lenta transición de la vida nómada a la civilización. En estos valles montañosos alpinos comienzan a vivir pequeños grupos de personas, que se asientan dejando atrás su vida nómada y empezando a cultivar grano, sobre todo trigo y cebada, y a criar ovejas, cabras o vacas. Pero los que deciden establecerse de forma permanente en un lugar, comenzando a construir refugios que se convertirán en pequeños poblados, son todavía pocos, y deben seguir conviviendo con otros grupos que continúan siendo nómadas y que siguen dependiendo de la caza y de la recolección silvestre en función de las estaciones. En este contexto, de mayor protección y mejor alimentación, la población comienza a aumentar y es entonces cuando comienzan los problemas entre estos nómadas y las poblaciones sedentarias, y con ellos, la eclosión, la aparición, de una sociedad tremendamente conflictiva y violenta. Nada nuevo en el horizonte. Nada que nos resulte extraño hoy en día, pero ¿por qué pensáis vosotros que hace 5300 años, cuando vive y muere nuestro protagonista, una sociedad estable en la que solo había que preocuparse de buscar cobijo y aprovechar las estaciones y las migraciones de animales para conseguir comida, se transforma de repente en una sociedad convulsa y violenta? Solo tenemos que mirar a nuestro alrededor para encontrar la respuesta: exactamente por la misma razón que nuestras sociedades modernas actuales invaden y matan indiscriminadamente: por conseguir los recursos. Sí, es verdad, ahora esos recursos por los que se invaden países y bombardean poblaciones, se llaman petróleo, oro o coltán, y en el calcolítico se llamaban pedernal, pieles o simplemente alimento, pero la verdad, es que después de 5000 años, la historia del hombre sigue siendo la misma: la lucha a muerte contra sus semejantes por hacerse con aquello que codician.

Antes de reconstruir los últimos momentos con vida de nuestro hombre de la prehistoria, vamos a repasar cuáles eran los objetos que componían el equipo de montaña que llevaba cuando murió y cómo iba vestido. Os va a parecer mentira, pero haced el esfuerzo de ir comparándolos mentalmente con los objetos que vosotros os llevaríais a la montaña en la actualidad. Como hemos dicho anteriormente, su vestimenta y su equipamiento nos dicen que, por algún motivo, que mas tarde descubriremos, iba preparado para un largo viaje por la montaña. Llevaba un gorro de piel de oso, un abrigo y unas polainas hasta las rodillas de piel de cabra y unos calzones de piel de vaca. Lo asombroso es que todas estas pieles habían sido tratadas con esmero: las rasparon, las ahumaron y finalmente les aplicaron un tratamiento con grasa que las hacía completamente impermeables. En cuanto a los zapatos, y esto es de las cosas que mas sorprendió a los investigadores, ya que normalmente estos hombres de la edad de piedra iban descalzos, tenían una suela de piel de oso muy gruesa. De esta suela salía, dando forma al cuerpo del zapato, una red hecha con corteza de árbol que estaba rellena de hierba prensada y seca que, hacia las veces de calcetín, y que conformaba un calzado impermeable. Por encima de todo, se cubría con una especie de poncho hecho de fibras vegetales. En un cinturón, y dentro de una bolsa de piel, llevaba lo que podría ser nuestra navaja suiza, una serie de herramientas: un raspador, un perforador, una lasca de pedernal afilada y un retocador que utilizaba para afilar los utensilios. Llevaba dos recipientes de madera de abedul a modo de platos; unas setas medicinales, y unas hojas de arce en cuyo interior, a modo de mechero, transportaba brasas candentes para hacer fuego. A esto hay que añadir otros objetos como cuerdas o una pequeña red para cazar pájaros. Además, portaba sus armas, de las que hablaremos mas tarde, y que nos van a dar una pista sobre qué pudo pasar.



Otzi con todo su equipo de montaña

Y ahora sí, toca presentarnos. Este hombre de la edad de piedra de hace 5300 años, convertido en una momia casi intacta, pasará a la historia como OTZI, “el hombre del hielo” y tomará su nombre de los montes OTZAL, donde apareció. Una vez que se conoce a qué época pertenece, los investigadores no le dan mas vueltas a su muerte; dan por hecho que se extravió y que quedó atrapado en medio de una fuerte tormenta. Su cráneo fragmentado indica que se cayó y se golpeó la cabeza. Esta tesis, la de su muerte accidental, será la oficial durante los siguientes 10 años, aunque durante ese tiempo muchos investigadores se preguntarán ¿cómo un pastor experimentado, bien equipado, conocedor de las condiciones climáticas del lugar, y que además había recorrido en innumerables ocasiones esa ruta con sus animales, se dejó atrapar por una tormenta? ¿Por qué no se refugió en algún abrigo rocoso?

Pero dejémoslo de momento aquí: la muerte de OTZI fue un accidente. Ahora volvamos a ese valle montañoso de hace 5300 años, vamos a reconstruir los últimos momentos de vida de nuestra víctima con la ayuda de los prehistoriadores, de los forenses, patólogos y genetistas que han estudiado en profundidad su cuerpo. El hecho de que Otzi apareciera momificado permitió recopilar numerosos datos que saltaban a la vista simplemente con mirarle. Sabemos, por la suavidad de sus manos, los músculos fuertemente estresados y desarrollados, señal de que con asiduidad realizaba largos desplazamientos, y el hecho de que su cuerpo fuera encontrado en una ruta trashumante, que era un miembro de una comunidad sedentaria y que se dedicaba principalmente al pastoreo. Su edad y el desgate por el uso de sus herramientas nos hacen pensar que era un pastor experimentado. ¿Qué pudo pasar? Lo mas probable es que en esa sociedad violenta, su comunidad tuviera algún enfrentamiento con algún grupo nómada que quizá necesitara alimento en invierno. Quizá intentaron robarles la cosecha que tendrían almacenada, o le mataron algún animal. Lo que parece claro es que tuvo una pelea unos días antes, ya que presentaba una herida profunda por objeto punzante en la mano derecha que estaba cicatrizando. Lo cierto es que Otzi, al poco de producirse esa pelea, huyó apresuradamente porque se sentía amenazado, como demuestra su arco, sin terminar, y su carcaj de piel, en el que llevaba 12 flechas, de las que solo dos estaban acabadas, con las puntas de sílex afiladas como navajas, insertadas en el asta y pegadas con brea.




Una de las flechas acabadas que llevaba Otzi

Lo que resulta evidente, es que llevar las flechas inacabadas era, en la edad de piedra, como ir a la guerra con una metralleta descargada. Es verdad, las flechas y el arco no estaban en condiciones de ser usadas, pero sin embargo portaba su arma mas preciada: un hacha de cobre.

Antes de continuar con la huida de OTZI por las montañas, merece la pena que nos detengamos un momento en el hacha de cobre. La aparición de esta hacha, fijaos un pequeño objeto, un pequeño trozo de metal, va a provocar la revisión de toda la historia de esta época. Hasta la aparición de esta hacha, los expertos pensaban que las culturas europeas no habían conseguido tener la tecnología necesaria para fundir metal hasta el año 2000 a.c  Sin embargo, el hacha de cobre de Otzi indica que ya conocían el método en el año 3300 a.c., que ya tenían la tecnología y el conocimiento para calentar la roca a 1000 grados cent., y poder separar el mineral del metal. Y seguro que pensaréis, "¡hombre Match!, no es para tanto, solo es un hacha de cobre". Pero os equivocaríais si pensarais esto. La cabeza, la mente, el intelecto del hombre de hace 5000 años, que consiguió crear ese pedazo de cobre, es equivalente a la cabeza, a la mente, al intelecto del hombre que consiguió hacer el primer motor de combustión o la primera placa electrónica para un ordenador. El hacha de cobre, además, también nos indica otra cosa, que OTZI no era un cualquiera. Poseer un arma de cobre, cuando el resto usaba armas de piedra, significaba que era un hombre importante, quizá un jefe o caudillo de su comunidad.



El hacha de cobre de Otzi


Regresemos de nuevo a OTZI y a su huida. Como decíamos, no tuvo tiempo de terminar sus armas, ni de afilar sus herramientas. Huye apresuradamente, solo, lo que nos indica que por alguna razón el resto de su familia o comunidad habían sido asesinados o habían huido por otro lado. Sabe adonde debe dirigirse para que no lo encuentren, cree improbable que le persigan si atraviesa las altas montañas alpinas, por eso se equipa bien y se pone sus zapatos impermeables, que sabe que va a necesitar para atravesar la nieve. Pero, ¿cuánto tiempo estuvo viajando antes de morir? Los análisis de los útiles, nos dicen que OTZI vivía en el Valle de Venosta, a aproximadamente un día de marcha de donde se halló su cadáver. De igual forma, los análisis genéticos de su cuerpo que se realizaron muchos años después nos indican que Otzi, en su huida, no podía ir demasiado rápido, ya que sufría varias enfermedades que sin duda le provocaban mucho dolor. Tenía que pararse cada poco tiempo para descansar. Los fuertes dolores articulares, fiebre, dolor de cabeza, fatiga le atormentaban y le restaban agilidad y resistencia en ese medio hostil. Es probable que OTZI sufriera alguna pequeña alteración cardiaca; además padecía la enfermedad de LYME, que se contrae por la picadura de una garrapata. También sufría peridontitis, una fuerte inflamación de las encías, y una artritis que le afectaba a todo el cuerpo. Para tratar sus dolencias, Otzi llevaba en su mochila hongos, algunos antibacterianos. Pero lo mas llamativo de todo, lo que dejó a los expertos deslumbrados, eran los 61 tatuajes que OTZI tenía repartidos por su cuerpo. Por supuesto, se pensó que tendrían un sentido religioso, pero su estudio minucioso sacó a la luz un detalle curioso: los tatuajes se agrupaban en las articulaciones y en el pecho, lo que indicaba que tenían un fin terapéutico, ya que es donde OTZI debía de sufrir fuertes dolores: en las articulaciones por la artritis y en el pecho por los problemas cardíacos.




Uno de los tatuajes terapeúticos que recorrían el cuerpo de Otzi

Pese a todo, OTZI, continua su huida. El polen que se encontró en su estómago  nos indica los movimientos que realizó. En su estómago encontramos primero una capa de polen de los árboles que pueblan las partes bajas de montaña, después polen de árboles de altura, de coníferas, y encima de esta nuevamente otra de árboles de abajo. Es decir, subió la montaña, probablemente cuando sintió o creyó que el peligro no existía decidió bajar, pero abajo de nuevo se encontró con sus perseguidores y decidió entonces volver a subir.

Cuando lleva mas de un día caminando, decide parar y descansar junto a unas rocas. Está cansado y hambriento. Los análisis del contenido de su estómago, realizados en el año 2018, nos dicen que la comida que contenía estaba prácticamente sin digerir, y que antes de morir, se había dado un auténtico banquete: carne de cabra montés y de ciervo, muy grasas y poco digestivas. También comió cereales y algunos helechos tóxicos, probablemente para tratar de aplacar un dolor de estómago. Está a punto de morir … y es aquí cuando entra en juego la figura del radiólogo Paul Gotsner, que, en el año 2001, realizando una revisión radiológica exhaustiva del cuerpo de OTZI se da cuenta de algo que hasta entonces nadie había visto: debajo de la clavícula del brazo que tenía completamente extendido, había una pequeña mancha blanca que no debía estar allí. Esta mancha no era otra cosa que la punta de una flecha de sílex. De igual forma, Gotsner, identifica cuatro costillas rotas que no habían empezado a cicatrizar y sangre coagulada en la cabeza, que indicaba que había recibido un fuerte traumatismo antes de morir. Las conjeturas se multiplican y se abandona definitivamente la teoría de la muerte accidental en medio de una tormenta.



Aspecto real que debió tener Otzi cuando estaba vivo

Todas estas pruebas se entregan a un departamento criminalístico alemán, que establecen un relato aproximado y verídico de lo que pudo pasar una vez que OTZI se detiene a descansar y a comer. Mientras está reposando, confiado, probablemente sentado o en cuclillas, es atacado a traición por la espalda. OTZI no se percató de que sus perseguidores estaban al acecho. El asesino de OTZI, a unos 30 metros, se arrodilla, saca una flecha y con sigilo tensa el arco. La flecha sale a gran velocidad e impacta en el hombro izquierdo de OTZI, que cae fulminado, derrumbándose boca arriba sobre una piedra.

La flecha le perfora una arteria justo por debajo de la clavícula. OTZI comienza a desangrarse a gran velocidad. El asesino se levanta y se dirige hacia OTZI, que respira entrecortadamente. Coge una enorme piedra y procede a efectuar el golpe de gracia en la cabeza de OTZI. A continuación, voltea su cuerpo moribundo, colocándolo boca abajo y flexionándole el brazo que le molesta, pone un pie en su cuerpo y tira con fuerza para extraer la flecha, rompiéndole las cuatro costillas. Sin embargo, pese a lograr extraer el asta no consigue sacar la punta de la flecha, que reposará junto al cuerpo de OTZI durante los siguientes 5300 años. El hecho de que su asesino se acercara hasta OTZI para propinarle el golpe de gracia, arrancarle la flecha que le había disparado, y, que, pese a su valor, no se llevara la preciada hacha de cobre de OTZI, nos indica dos cosas:
que el asesinato no tuvo como móvil el robo; que el asesino fue muy cuidadoso al no dejar pruebas. No quería que le descubrieran.





Reconstrucción de la huida de Otzi

Lo normal es que este asesinato jamás hubiera sido descubierto, ya que el cuerpo de OTZI, en medio del glaciar, que se movía a 30 metros por año, debería haber quedado completamente destruido, al ser arrastrado junto a millones de toneladas de piedras. Pero OTZI fue a morir en el lugar idóneo: 10 metros a la derecha o a la izquierda, y el glaciar lo hubiera engullido. El sol y el viento secaron su cuerpo. Las rocas que tenía alrededor formaron una improvisada trinchera y tres metros de nieve y hielo que le cayeron encima formaron un perfecto sarcófago, y lo salvaron de ser arrastrado, preservándolo intacto, como una cápsula del tiempo, durante mas de 5000 años: la momia natural mas antigua del mundo, que ahora yace, conservado para la posteridad, en una urna a una temperatura constante de -7 grados centígrados, en el Museo de Arqueología de Bolzano, adonde, por cierto, pueden ir a visitarle los 19 parientes vivos que sigue teniendo en la actualidad.

Este es OTZI, un auténtico viajero en el tiempo, una reliquia de la edad de piedra que nos trajo la información necesaria para conocer como vivía el hombre prehistórico, y cuyo asesinato sigue siendo un caso abierto.


Este artículo ha sido realizado a partir de la consulta de los siguientes documentos:

-  Un artículo de revista muy actual y recoge de forma concisa todo lo que se sabe hasta hoy de Otzi. Esta en la revista HISTORIA DE NATIONAL GEOGRAPHIC, y que se titula simplemente OTZI.

-  Sin duda, si os ha llamado la atención, tenéis que ver algún documental, porque una cosa es escuchar o leer una descripción, y otra ver sus imágenes. Hay uno en concreto, emitido en la noche temática de La 2 que se titula OTZI EL HOMBRE LOS HIELOS. Es muy bueno porque no solo contiene las imágenes del momento en qué lo encuentran y las labores para sacarlo del glaciar, sino que además podemos ver el proceso de investigación y las intervenciones y análisis que hacen sobre su cuerpo los especialistas.

-  Hay otro documental, de ODISEA, titulado EL RENACER DEL HOMBRE DE HIELO. Muy curioso porque en él podemos ver al artista que a partir de un molde volvió a darle vida, recreándole tal y como debió ser cuando estaba vivo.  Aunque las fotos de cómo quedó podéis verlas fácilmente en internet.






martes, 26 de febrero de 2019

VIENTO DIVINO: LA HISTORIA DE YUKIO SEKI, EL PRIMER KAMIKAZE DE LA HISTORIA



Despedida a un piloto kamikaze


Hoy vamos a narrar brevemente la historia de una de esas personas que hizo algo extraordinario por primera vez, y no, no será un hecho clave en la historia de la humanidad: no hablaremos del primer hombre que pisó la luna, ni del primero que descubrió la penicilina, ni del primer europeo que pisó América. No. Pero si os prometo, que, aunque no sea un suceso determinante en la civilización, si va a darnos qué pensar sobre muchos elementos de los que conforman la condición humana.

Vamos a transportarnos hoy, como nos gusta hacer en anécdotas de la historia, a uno de esos instantes efímeros, pasajeros, pero que pese a su brevedad han quedado marcados con letras rojas en la historia. 

Así que vámonos, abrochaos los cinturones, porque vamos a iniciar nuestro viaje … 

No había podido dormir en toda la noche. A la hora prevista se levantó de su pequeño catre y parsimoniosamente fue abotonándose su uniforme reglamentario, hasta acabar con los cordones de las botas, de los que tiro mas de la cuenta mientras su mirada se enturbiaba. 

Al entrar, marchó acompasado en una fila perfecta en la que se incluían dos uniformados más. Las manos le sudaban, y para evitar que se notara el temblor, las pegó con fuerza a las caderas. Ninguno se entretuvo en sortear los grandes charcos de aceite y combustible esparcidos por el suelo del gran hangar, que aparecían mezclados con enormes casquetes de cemento y ladrillo caídos del techo tras el bombardeo de la semana anterior. 

Al entrar en la pequeña sala, los tres soldados se sentaron disciplinadamente, y permanecieron mas de una hora inmóviles, sin intercambiar ni una sola palabra. La mirada de cada uno de ellos emergía de entre sus ojos rasgados perdiéndose en la nada. 

Comenzaba a hacer calor, cuando de repente, la puerta se abrió. Una voz chillona les hizo saber que debían salir. Los tres, en perfecta marcha, atravesaron el hangar, hasta desembocar a través del enorme portón en el exterior. Un coche, con dos pequeñas banderas ancladas en los retrovisores, estaba parado a su espera. Más allá del coche, a unos 200 metros, y recortándose contra las verdes colinas, lo pudieron observar: tenía mal aspecto: las hélices estaban oxidadas y sus grandes círculos rojos apenas se apreciaban. El rumor era cierto, la situación era desesperada. 

Cerca del coche se detuvieron, y formaron en fila. En ese momento, un pequeño hombre brinco del interior. Tenía un pequeño bigotito y portaba una gorra de general con una estrella de cinco puntas en el centro. Al cinto colgaba una enorme catana. 

Mirándolos sin prestar demasiada atención y con voz enérgica exclamó: 

- ¡¡Sólo queda uno!!

Tras un suspiro del general, uno de ellos se apresuró a dar un paso al frente. Cuando estuvo ahí, y por una milésima de segundo, se arrepintió. Mientras el general se aproximaba, hasta casi tocar frente con frente, se le vinieron a la cabeza en rápidas ráfagas las imágenes de su esposa, de espaldas, quitándose los zapatos en el Genkan de su recién estrenada casa el día de la boda; y de su piedra preciosa, la pequeña Aratani, su hija de tres años.



El perfume del General le sacó de sus pensamientos. Cuando casi podía oler su aliento, el general alzó un brazo y lo depósito en su hombro, que apretó ligeramente. Más tarde, acercó su boca al oído y le susurró: “nos veremos en el santuario de Yasukuni”.






El polémico Santuario de Yasukuni donde se honra a los héroes de Japón, entre ellos, a los pilotos Kamikaze



Esta breve escena, que me he tomado la licencia de inventar, podría acercarse, sin duda, a muchas escenas reales que a partir del 25 de octubre de 1944 se produjeron en las bases aéreas que el ejército imperial japonés tenía esparcidas por todo el Pacífico. En esa fecha, se producirá la primera operación de unas unidades especiales que, a partir de ese momento, y hasta el final de la guerra, sembrarían el terror en todos los miembros de la armada de los EEUU, que desde entonces, mirarían al cielo con incertidumbre y pavor. Una nueva forma de combate: terrorífica, inexplicable y letal.



Pero, antes de nada, encuadremos nuestra historia en el contexto de la 2ª guerra mundial, donde el Imperio Japonés y EEUU se disputaban la supremacía en el Pacífico. Como sabemos, el enfrentamiento entre estas dos potencias, comienza con el ataque sorpresa de la aviación japonesa a la base americana de Pearl Harbor, pero, a finales de 1944, tras la derrota en las Islas Marianas, la situación del Imperio Japonés era desesperada, y el avance americano resultaba imparable. Incapaces de contener a la enorme flota americana, los japoneses consideran clave mantener el control sobre el archipiélago de las Filipinas, que actuaba prácticamente como la última barrera que protegía a Japón.


En esta situación desesperada, y con el objetivo fundamental de conservar a toda costa las Filipinas, será el almirante japonés Omishi , que además estaba al mando de la Fuerza Aérea Japonesa en Filipinas, el que decidirá crear un grupo especial, cuyo nombre exacto será GRUPO ESPECIAL DE ASALTO POR IMPACTO, en japonés TOKKOTAI

A este respecto, rescatemos las palabras del propio Omishi, que explicaba el motivo de su creación y el espíritu que debía impregnar a los aviadores de este grupo especial: 

“Combatir de una manera clásica, sería lanzar inútilmente a mis jóvenes a la voracidad de un enemigo superior en número y armamento. Lo que importa a un comandante es poder encontrar una muerte útil y honrosa para sus soldados. Las acciones de sacrificio no son otra cosa que un infinito acto de amor hacia nuestro país”

A este Grupo Especial de Asalto por Impacto pertenecerá nuestro personaje, el cual protagonizará la primera operación oficial llevaba a cabo por este grupo, y cuyo nombre pasará a los anales de la historia: el capitán YUKIO SEKI.

Como ya habréis deducido a estas alturas de la historia, los miembros de ese Grupo Especial de Asalto por Impacto serán conocidos a partir de entonces como KAMIKAZES, palabra que significaba “viento divino”, y que fue tomada del nombre que se le dio a un tifón que a finales del SXIII azotó las costas japonesas, destruyendo a su paso una flota mongol que pretendía invadir Japón. Yukio Seki, por tanto, será el primer kamikaze de la historia.




Pilotos Kamikazes apoyados en sus catanas.


Yukio Seki era un joven oficial de aviación del ejército japonés de tan solo 23 años. Pese a su edad, ya era un piloto de combate experimentado. Por esto fue elegido para comandar la primera misión oficial kamikaze dirigida contra la flota estadounidense. Su figura ha sido estudiada con bastante detalle, desde que es seleccionado hasta que se sube en el caza que le conducirá a la muerte. De los estudios de su correspondencia y de sus declaraciones públicas a los medios japoneses que rápidamente se hicieron eco, se ha deducido que Yukio Seki no quería suicidarse, y que consideró su elección un error militar. De igual forma, podemos afirmar que para Yukio Seki, su elección como voluntario, constituyó un auténtico drama personal, que le llevó a sufrir una fuerte depresión, ya que se había casado recientemente y estaba profundamente enamorado de su mujer. En la carta de despedida que escribió a su mujer podemos leer lo siguiente:


“Mi querida Mariko:

Siento mucho tener que «esparcirme» [eufemismo que se utiliza en vez morir] antes de que pueda hacer más por ti. Sé que, como esposa de un militar, estás preparada para afrontar semejante situación. Cuida de tus padres.

Ahora que llega la hora de partir vienen a mi mente innumerables recuerdos de tantas cosas que hemos compartido. Buena suerte para la traviesa Emi-chan”

Es difícil desmitificar algo en historia, y mas si hablamos, como es el caso, del presunto voluntarismo para suicidarse de los pilotos kamikaze. No seré yo el que niegue que muchos de estos jóvenes pilotos que participaron en actos bélicos suicidas, lo hicieron voluntariamente, imbuidos y radicalizados por el fuerte arraigo en la cultura japonesa del suicidio ritual recogido en el Bushido, el código de honor samuraí. Pero también es igualmente cierto que muchos, como el protagonista de nuestra historia, no lo hicieron voluntariamente. Y por tanto, la pregunta evidente que debemos formularnos es ¿entonces porque lo hicieron? ¿por qué se suicidaron obedientemente si no querían? Para responder a esta pregunta, primero tenemos que tener en cuenta que en la cultura japonesa no existe ningún tabú religioso que desacredite el suicidio, al contrario que en nuestra cultura, y que además el significado de la palabra suicidio tiene varios significados: por un lado está el jijatsu, que tiene una connotación negativa e impura; pero por otro lado está el jiketsu y el jisai, que se consideran suicidios digamos honorables, que se realizan por el bien de la mayoría, como es el caso de los pilotos kamikazes, que se convierten de esta manera en héroes e iconos de la patria. Además, observemos como actuaron los jefes de estos escuadrones kamikazes, y para ello vamos a rescatar el testimonio de un piloto japonés que formó parte de estas escuadras suicidas, y que en 1977, entrevistado sobre el tema, manifestó:

"En nuestro destacamento nunca pidieron voluntarios para las unidades kamikaze, puesto que nuestros superiores en los cuarteles generales daban por hecho que todos queríamos hacerlo"

Otro kamikaze dejaría escrito en una carta dirigida a su madre:

"Para ser honesto, no puedo decir que mi deseo de morir por el emperador proceda de mi corazón. Pero han decidido por mí que debo morir por él y así será"


Como observamos, muchos pilotos suicidas fueron empujados a hacerlo, y de nuevo nos surge una pregunta: ¿qué pasaba si se negaban? Muy sencillo: Ni siquiera se lo planteaban. Negarse a la inmolación después de haber sido “invitado”, era absolutamente impensable para un soldado imperial. Sobre su familia caería a partir de entonces un eterno deshonor. Por tanto, y para resumir, se sentían obligados a comportarse como héroes.

Estas personas, estos hombres-bomba ¿eran personas equilibradas o auténticos perturbados? La respuesta no es fácil, y los psicólogos y antropólogos que siguen estudiando el fenómeno kamikaze con la intención, por cierto, de dar una respuesta al hombre-bomba yihadista actual, señalan que el elemento fundamental fue el adoctrinamiento sectáreo al que fueron sometidos desde la infancia, y que se materializaba en una sed de venganza ante aquellos, en este caso el ejército estadounidense, que hacían peligrar sus signos identitarios, es decir, la patria y el emperador.

Pero volvamos a Yukio Seki. Vamos a acompañarle en sus últimos momentos de vida. Una vez que ha sido seleccionado y ha asumido su destino se dispone a combatir por última vez. Los japoneses habían localizado a la escuadra americana del almirante Clifton, que se aproximaba hacia las Filipinas. El objetivo del primer ataque kamikaze estaba decidido. La noche anterior al ataque, Seki, junto a sus otros 5 compañeros, apenas pudo dormir. Al amanecer, Seki se incorpora, sale al exterior de la base aérea de Mabalacat, a las afueras de Manila, y respira por última vez el aire puro del amanecer. El entorno otoñal y la suave brisa le recuerdan a su tierra de origen.

Ya con sus 5 compañeros inicia el ritual del adiós, que siempre se repetía en el caso de los kamikazes. Con lentitud, y con la cara crispada, se ata a la frente el hachimaki, una larga cinta con el dibujo del sol naciente, el símbolo imperial. Se ciñe a la cintura el seninbari, una faja realizada con mil puntadas rojas, y finalmente, mientras se observa en el espejo, se enfunda su espada de gala. Introduce en uno de los bolsillos del mono un muñeco ritual, mientras sujeta con una mano su libro favorito, y en la otra aprieta con fuerza lo que parece un pequeño cartón. Tras esperar brevemente a sus compañeros, todos emergen por el gran portalón del hangar hacia el exterior. Allí les esperan todos sus compañeros de la base. 



La cinta Hachimaki.

El testimonio de otro kamikaze superviviente nos sirve para completar el relato de la ceremonia de la despedida, y dice así:

"Bajo el sol radiante, todo el personal de la base aérea se reunió frente al hangar y esperó, cada uno en su puesto, la llegada de los miembros de los Cuerpos Especiales de Ataque. Frente a los hangares, en una larga mesa cubierta con un mantel blanco había comida para ser servida en honor de la última misión con el propósito de desearles buena suerte: numerosas botellas de sake, copas, bandejas de mojama de calamar, castañas, algas y bolas de arroz con alubias rojas….

Mientras esperábamos cerca de los aviones, que calentaban motores, nuestros compañeros aparecieron vistiendo sus flamantes monos de vuelo, en cuya parte trasera se había dibujado una pequeña bandera nacional, un círculo rojo sobre fondo blanco. Alrededor de los cuellos vestían pañuelos blancos de seda"

Antes de subir al avión, Seki le pidió a un compañero que le hiciera una foto para su esposa y se cortó un mechón de pelo para su madre. A continuación, los seis pilotos recibieron las instrucciones del comandante, claras y concisas: no llevarían paracaídas; les recordó que no eran bombarderos, sino que ellos eran las bombas, y les fijó claramente los objetivos: los portaviones. 

A este respecto, señalar que los objetivos de los kamikazes siempre fueron los portaviones. Esta táctica suicida no era útil en el caso de los acorazados, cuya protección los hacía casi invulnerables, pero en cambio podía ser devastadora en el caso de los portaaviones, que se convirtieron en el objetivo predilecto de los ataques kamikazes. Los portaviones cargaban en abundancia dos cosas fundamentales para un kamikaze: soldados y combustible. Esto último, los enormes depósitos de combustible, eran el objetivo prioritario. Alcanzar los depósitos suponía provocar un daño casi irreparable, ya que el fuego al extenderse, hacía estallar la munición de las baterías antiaéreas, y, de igual forma, los torpedos de profundidad.

Los kamikazes, junto al resto de compañeros de la base, entonaron el DOKI NO SAKURA, el himno oficioso de los escuadrones kamikaze.




Escucha el Doki no sakura (Flores de cerezo)



Finalmente, Seki, subió a su caza, el famoso modelo de Mitsubishi Zero, al que habían añadido para esa misión especial, una bomba de 500 kilos en la panza. Seki se acopla, y antes de colocarse las gafas de pilotaje, se entretiene en colocar la foto que llevaba en la mano entre los instrumentos del cuadro de mandos: quiere que su mujer contemple su hazaña.






El caza japonés Mitsubishi A6M Zero





Los seis cazas se alinean en la pista de despegue, y tras saludar al personal de tierra, despegan a las 7:25 del 21 de octubre, dirigiéndose al encuentro de la flota de portaviones del Almirante Clifton. Pero ese día no lograrían localizarla, y tuvieron que volver a la base. Lo mismo ocurrió los días 22, 23 y 24. Hasta que, por fin, el día 25 de octubre de 1944, tras volar durante 3 horas y 25 minutos, divisaron el objetivo a 30 millas náuticas de la costa de Samar. A las 10:45 de la mañana, los seis cazas aparecieron en el cielo sobre la escuadra del almirante Clifton. A los pocos minutos, una vez que se habían desecho de una pequeña patrulla aérea norteamericana, Seki eligió los objetivos, y se dispuso a atacar. En las imágenes, grabadas desde otro barco de la flota americana, se observa como Seki, realiza una maniobra de acercamiento mientras comienza el tableteo de los cañones antiaéreos del portaviones, que fallan, para en el último momento caer en picado dejando una estela de humo, y estrellarse contra la cubierta del portaviones St.Lo. 




Secuencia del ataque de Seki al St. Lo.

De la brutal escena podemos concluir la determinación con la que Seki realiza la maniobra: sin dudas, sin titubeos, se arroja a la muerte. A continuación, sus compañeros imitarían su acción. 


En esta primera misión kamikaze, un portaviones y un crucero ligero fueron hundidos, y otro portaviones alcanzado. Uno de ellos, el St.Lo, acabará hundiéndose pocos minutos después, ya que el impacto que produjo Seki, atravesó la cubierta, alcanzando los depósitos de municiones y provocando, en una oleada infernal, ocho explosiones consecutivas, que acabaron con el portaviones en el fondo del océano, 140 muertos, y mas de 500 heridos flotando en el mar.

Un observador, impactado por lo que vio, resumió la escena de esta manera tan gráfica:

"Un piloto, un Zero, una bomba, un portaaviones"


Yukio Seki, cuyos restos, junto a los de su avión, yacían retorcidos en esos momentos sobre la cubierta del portaviones St. Lo en llamas, será solo el primero de los 5843 jóvenes pilotos japoneses que se inmolarán durante el último año de la 2ª guerra mundial. Solo en la batalla de Okinawa, la mas terrible de esta guerra en el Pacífico, los kamikazes realizaron 1900 misiones, hundiendo 300 barcos y matando a mas de 5000 soldados aliados.

Para finalizar, uno de los grandes promotores del cuerpo Kamikaze, el también piloto, Motoharu Okamura, definió a la perfección como se debían de producir estos ataques. Decía Okamura:

“Hay que atacar como las abejas, que aguijonean y mueren”

Por último, y para intentar comprender la mente de este primer kamikaze, vamos a acabar con la carta que escribe a sus padres despidiéndose:


"Querido padre, querida madre:

En este momento la nación está en una encrucijada, y el problema sólo se resolverá si cada individuo corresponde al Emperador por su benevolencia como se merece.

En este sentido el que siga una carrera militar no tiene otra elección.

Puesto que Japón es un Imperio, me estrellaré contra un portaaviones para compensar la generosidad imperial. Estoy resignado a hacerlo.

A todos vosotros, obediente hasta el final"

Capitán Yukio Seki

Este artículo ha sido realizado a partir de la consulta de los siguientes documentos:

- Nº 577 de la revista Historia y Vida ¿Qué sentían los kamikaces?

- En la revista Muy Interesante en versión digital, podéis encontrar un artículo titulado Hombres- bombas, que nos aporta una visión del fenómeno desde la psicología.

- Alianza editorial. No esperamos volver vivos. Impresionante libro, que recoge los testimonios de algunos kamikazes supervivientes.

- El documental de canal historia, Kamikazes, el viento divino

- Y por último, hemos hablado del primer ataque Kamikaze contra el portaviones St. Lo, pues bien, en you tube podéis encontrar la secuencia histórica de 1 minuto en la que se observa al caza japonés del capitán Seki estrellándose contra la cubierta del St. Lo.



lunes, 25 de febrero de 2019

5185: LA HISTORIA DE FRANCISCO BOIX, EL FOTÓGRAFO DE MAUTHAUSEN




Francisco Boix. Preso 5185 del campo de concentración de Mauthausen

¿Qué es un héroe para vosotros? Imagino que para cada uno de vosotros y vosotras, vuestros héroes, si es que los tenéis, son aquellos o aquellas personas que defendieron o lucharon por creencias, ideas o metas que compartís con ellos. Ya los griegos definieron la figura del héroe, basándose en la idea de la Kalos Thánatos, la bella muerte: el héroe, cuya quintaesencia podemos ver representada en Aquiles, se define por ser joven, fuerte, valeroso e idealista. Alguien que por defender sus ideales y el honor propio, morirá joven de manera heroica en el campo de combate, pasando entonces a reinar entre los muertos. Pero ¿qué me decís de los héroes colectivos?  De aquellos que se convierten en héroes de un país, de una nación o de un pueblo. ¿Quiénes son? ¿Cómo se definen? Y mas concretamente, llevemos esta pregunta a nuestro país: ¿quiénes son los héroes de la nación española? Evidentemente son aquellos que han recibido un reconocimiento público, un reconocimiento institucional, aquellos a los que se les a homenajeado y que habitan en nuestros espacios públicos: podemos verlos dando nombre a calles, en estatuas, esculturas o monumentos. Si tuviéramos que definir al héroe oficial español en una pincelada, podríamos definirlo así: un caballero de brillante armadura que a lomos de un córcel se pasea cortando cabezas de moros. Es triste sí, pero es así. Si nos centramos en el S.XX, la cosa es todavía mas terrorífica. ¿Os imagináis una ciudad como Berlín en el año 2018 con calles con nombres como Calle de las SS, calle Hermann Göring o calle Joseph Goebbles? No, ¿verdad? Y por qué entonces, nos hemos acostumbrado en España a calles como Calle de los Caídos de la División Azul , Calle del General Yagüe o Plaza Primo de Rivera. Muchas veces escuchamos a los políticos decirnos que hombre, la historia es como es. Y es verdad. Pero ¿por qué tienen que copar el espacio público generales fascistas como Mola o Queipo de Llano, cuando ya sabemos qué fue el fascismo en Europa y lo que provocó? ¿Estos son nuestros héroes nacionales? Evidentemente para muchos de nosotros no.

Este pequeño rincón de la historia que nos han cedido nuestros amigos de Radio Espiritrompa, hoy va dedicado a todos aquellos héroes y heroínas anónimos que combatieron los fascismos, y cuya lucha contribuyó a su derrota y a salvar muchas vidas. Héroes y heroínas olvidados por el estado, recluidos en la indiferencia.

Año 1941: Un joven de 21 años levanta la cabeza y observa lo que le queda por subir. Esta sentado junto al primer escalón de los 186 que unen la cantera al campo de concentración de Mauthausen. Con esfuerzo logra levantarse, tambaleándose ante la mirada de los guardias de las SS. A su espalda porta una enorme piedra de granito de 40 kg. Subirá y bajará durante todo el día esta escalera, llevando piedras para la construcción de la ampliación del campo. Un superviviente del campo dirá mas tarde: “Bajo las huellas de cada escalón hay sangre española”. Nuestro héroe comerá sopa de nabos por la mañana, tarde y noche. Dormirá hacinado en barracones infectados de insectos, y siempre estará a expensas de perecer en cualquier momento de una de las 35 formas de morir en Mauthausen que el preso austriaco Ernst Martín describió: gaseado, devorado por los perros, arrojado al vacío en la cantera, atado con cadenas a una pared, duchado con agua helada en invierno, ahorcamiento, electrocución y un largo etécera de atrocidades.



Escalera de la cantera de Mauthausen

Año 1946: Lunes, 28 de enero: 5 años después de la escena que acabamos de narrar en Mauthassen, el mismo joven, algo demacrado y muy nervioso, con chaqueta y sin dejar de mirar compulsivamente a su derecha, hace un esfuerzo y se levanta. Acaba de ser llamado por megafonía, y se dirige a un estrado donde le entregan unos cascos, que se coloca, y se sienta. Tiene los ojos muy abiertos, asumiendo la responsabilidad que sobre él recae. Este hombre, sentado en la silla de los testigos del tribunal, será el único español que participe en los juicios de Nuremberg, en el que, como todos sabéis, se juzgó a los principales jerarcas nazis.



Boix declarando ante el Tribunal

Pero, un momento, ¿he dicho español? No, perdonad, no era español. Sí, había nacido en Barcelona, y perteneció a la 30 división del Ejército Popular de la República. Se llamaba Francisco Boix, y era fotógrafo. Al acabar la guerra civil, junto a otras 300000 personas, entre las que se encontraban los restos del ejército de la República, cruza la frontera y se refugia en el Sur de Francia. Al estallar la guerra mundial, se une al ejército francés. Será hecho prisionero por los alemanes en junio de 1940. Estará seis meses dando vueltas, mientras los alemanes van juntando a todos los prisioneros españoles, y mientras Hitler y el ministro de exteriores español, Serrano Suñer, el “cuñadísimo”, deciden qué hacer con ellos. ¿Y por qué estos 8000 presos republicanos que acabaron en Mauthassen no eran españoles? Para responder a esta pregunta vamos a recoger unas palabras del discurso pronunciado por el SS August Eigruber a final de junio de 1941:

“…ofrecimos estos 6000 españoles al Jefe del estado Franco, caudillo español, pero este rehusó, declarando que nunca admitiría a esos españoles rojos que lucharon por una España soviética”

De esta forma, estos combatientes españoles, adquirieron el estatuto de apátridas. Ya no tenían patria, y por tanto, quedaron a merced de los nazis. En Mauthasen se les identificó con el triángulo azul de los apátridas, que incorporaba en su interior una pequeña S de Spanier. Español.



La "S" que identificaba a los españoles

Francisco Boix, al que hemos dejado sentado a punto de comenzar el interrogatorio del abogado francés que le ha llamado a declarar, fue uno de los 1500 españoles que sobrevivió. Y lo hizo gracias a su profesión: fotógrafo. Los SS le incorporaron para trabajar en el laboratorio fotográfico del Servicio de Información del campo, dirigido por el SS Paul Ricken. Este servicio se encargaba de fotografiar con meticulosidad la vida en el campo de concentración, acumulando mas de 60000 fotografías tomadas por los SS, junto a sus negativos. No solo eran fotos de la vida de los SS, sus fiestas, sus familias, sino también, y lo mas importante, es que también fotografiaban a los presos: sus ejecuciones, sus cuerpos inertes enganchados a las vallas electrificadas, etc. Pero es que, además, y esto es por lo que realmente llaman a Francisco Boix a declarar, fotografiaban las visitas que los altos jerarcas del régimen nazi hacían al Campo.

¿Por qué Francisco Boix debería ser un héroe de este país? Porque enseguida urde un plan, en el que a través de otra serie de presos republicanos que se habían organizado y con la colaboración de Anna Pointer, una vecina austriaca que vivía en una casa cerca del campo de Mauthassen , logran robar de los archivos fotográficos mas de 20000 negativos. Boix sustraía los negativos, que repartía entre varios de sus compañeros. Dio la casualidad que los nazis firmaron un acuerdo de trabajos forzosos con una empresa cercana. De esta forma algunos de los presos republicanos salían a diario del campo para trabajar en ella. A su paso por la valla del jardín de Anna Pointer, lanzaban los negativos, que esta recogía y guardaba.



Anna Pointner. En el centro.

Y llegamos al final: ¿por qué el testimonio de Francisco Boix era tan importante en Nuremberg? Muy sencillo: porque solo él tenía las pruebas gráficas de que innumerables jerarcas y oficiales nazis, que negaban haber estado en Mathaussen y conocer las atrocidades que allí se cometieron, visitaron el campo en varias ocasiones. Estos jerarcas nazis, alineados en el banquillo de los acusados, se quedaron, literalmente, con el culo al aire, cuando el abogado francés y después el soviético, con permiso del juez, fueron proyectando las imágenes rescatadas por Francisco Boix, en las que aparecían, entre otros, Henrich Himmler (número dos del régimen y jefe absoluto de las SS), Albert Speed (el arquitecto del nazismo y ministro de guerra y armamento) o el general de las SS y jefe de la Gestapo Ernst Kaltenbrunner.

Gracias al testimonio de Boix y a los negativos robados, más de 60 jerarcas, oficiales y guardianes del campo, fueron condenados en Nuremberg, muchos de ellos a la horca.

Y esta es la historia de Francisco Boix, el preso 5185 del campo de concentración de Mathaussen. Jamás volvió a España ni recuperó su nacionalidad. Murió en 1951 en París, con 30 años, debido a una enfermedad renal que le afectaba desde su paso por Mauthassen. Y de ahí al olvido… al menos en España. El 16 de junio de 2017 sus restos fueron trasladados con honores al cementerio de Pere Lachaise, el cementerio de las celebridades francés, donde reposa cerca del memorial construido por Francia en honor a los 25000 republicanos españoles muertos que combatieron durante la II guerra mundial al lado de las fuerzas aliadas.




La alcaldesa de París en el entierro de Francisco Boix en el cementerio de Pere Lachaise

¿Y en España qué? En España nada. La desolación y la desmemoria. ¡Qué vergüenza!

En la placa que señala la tumba reza:

"Deportado en 1941 a la edad de veinte años al campo de Mauthausen. Animado por un gran coraje, birló a las SS documentos fotográficos abrumadores para los nazis"




Intervención de Francisco Boix ante el tribunal de Nuremberg


Este artículo ha sido realizado a partir de la consulta de los siguientes documentos:

-Primero, porque acaba de estrenarse, la película protagonizada por Mario casas: El Fotógrafo de Mauthasen.

-Hay un documental, que podéis encontrar en youtube, narrado por José Sacristán, que se titula: Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno. 

-El libro del historiador Benito Bermejo, El fotógrafo del horror

Y por último, merece la pena ver la intervención de Francisco Boix en los juicios de Nuremberg. Podéis encontrarla también en youtube.

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