jueves, 4 de abril de 2019

LA PIEDRA DE LA DISCORDIA: 1704, EL ORIGEN DEL CONFLICTO DEL PEÑÓN DE GIBRALTAR




La bahía de Algeciras y el Peñón de Gibraltar

Ya sabéis que, en Anécdotas de la historia, muchas veces os pedimos que imaginéis, por eso de que solo contamos con la voz. Pues bien, suponed que cogemos una piedra que encontramos en un camino. Es una piedra gris, un canto rodado cualquiera, cuya parte superior forma un pico. Ahora imaginad que esa piedra, manteniendo su forma, se transforma y aumenta su tamaño hasta convertirse en una gran montaña. Sin embargo, pese a convertirse en esa gran montaña, sigue manteniendo sus cualidades, que son ninguna, es decir, ahora es una enorme mole de piedra caliza que no tiene nada: no tiene minerales aprovechables, no tiene metales preciosos, no tiene tierras fértiles para cultivos, no tiene pastos para la ganadería, no tiene madera, por no tener, no tiene ni agua. En definitiva, no tiene ningún valor.

Pero, ¡ay amigos!, esa enorme roca gris, que vale cero, ha marcado de una manera irremediable la historia de nuestro país durante los últimos 300 años: la historia política, diplomática, las relaciones internacionales de nuestro país, han estado permanentemente condicionadas por su presencia en nuestro territorio. Y diréis, y eso a mi qué me importa. Pues importa, porque cada uno de vosotros, españolitos y españolitas, ha tenido que sufrir las consecuencias de determinadas decisiones que se han tomado en base a su presencia.

Esta roca que corona un itsmo irrelevante ha marcado también sociológicamente a nuestro país. En momentos de debilidad del estado, en momentos de crisis económicas, en momentos de recortes a nuestros derechos, los políticos han sabido utilizar siempre esta roca para azuzar nuestros sentimientos patrióticos y sepultar las reivindicaciones ciudadanas. Siempre como peleles, los ciudadanos de este país hemos tragado en cuanto se nos ha mencionado la dichosa roca, y nos hemos apresurado a sacar las banderas a los balcones en vez de reflexionar sobre como se instrumentalizaba el conflicto para cubrir con un velo los problemas reales de los ciudadanos.

Destacamentos militares, muros, alambradas, fronteras, piratas, contrabandistas, espías, enfrentamientos, asedios, aislamientos … hoy en anécdotas de la historia, la verdadera historia del origen del conflicto del Peñón de Gibraltar.




Viñeta del cómic de Esteban Alcántara, Gibraltar, 1704, el último día

Primero, os aseguro que la conquista del Peñón de Gibraltar y el por qué los británicos decidieron conquistarla os va a sorprender, y mucho, porque no tiene nada de glorioso y si mucho de mundano. En el imaginario popular, la toma de Gibraltar siempre se ha presentado, como una batalla legendaria, y posteriormente, como una cruzada santa para recuperar tierra sagrada. Nada mas lejos de la realidad.

En segundo lugar, y sin profundizar mucho en el tema, contaros algo que mucha gente no conoce: un origen, tres consecuencias: y es que Gibraltar es británico por el mismo motivo por el que hoy nuestro jefe de estado es un borbón, es decir, un francés, y también es el mismo motivo que da origen, y esto lo digo con matices, a ese movimiento separatista catalán que aborrece o rechaza todo lo español. ¿Qué hecho desencadena estas tres peculiaridades históricas que todavía hoy, 300 años después, están tan presentes en nuestras vidas?: La guerra de sucesión. Muchas veces mencionamos la guerra civil como si en nuestro país solo hubiera habido una, cuando en realidad nos hemos estado matando entre nosotros varias veces a lo largo de los siglos, una de ellas, en esta guerra de sucesión.

Y lo tercero, antes de comenzar con la historia, vamos a repasar, a mí juicio las tres grandes mentiras históricas sobre Gibraltar que desde hace años nos han metido a los españoles con fórceps en la cabeza: que Gibraltar es español, que los ingleses nos lo robaron, y que en Gibraltar viven realmente españoles, andaluces que saben chapurrear un poquito de inglés.

Pero la verdad, es que el peñón de Gibraltar no es español, asumámoslo, sino que es territorio inglés con todas las consecuencias. No nos lo robaron, se lo dimos gustosamente aceptando un contrato en el que también les entregamos Menorca, por cierto, y esto casi nadie lo conoce, una isla esta, Menorca, que sería inglesa durante un siglo. Y además, en Gibraltar no viven españoles, porque todos los españoles que allí vivían, se marcharon como refugiados en cuanto Gibraltar pasó a manos inglesas, dejándolo despoblado y perdiendo todo lo que tenían: sus tierras, sus casas, sus bienes. Tan vacío quedó Gibraltar, que solo estaba habitado por la guarnición militar inglesa, y los ingleses tuvieron que repoblarlo trayendo habitantes de otras colonias. Todos los españoles que salieron y que constituían el legítimo pueblo de Gibraltar, fundaron en 1710 un nuevo pueblo cerca del que era el suyo: San Roque. Precisamente en San Roque, podemos ver un mural hecho de azulejos en el que se lee: 

Bienvenidos a la ciudad de San Roque, donde reside la de Gibraltar




Y bueno, después de estas singularidades vamos, ahora sí, a adentrarnos en la forma curiosa en que se produjo la conquista de Gibraltar dentro de esa guerra de sucesión que se libraba en España, y que los ingleses aprovecharon hábilmente para cobrarse su botín.



Carlos II, el último Austria

La guerra de sucesión estalla en 1700 cuando el rey español Carlos II, el hechizado, que no se llamaba así porque tuviera poderes especiales, sino porque sufría alguna especie de deficiencia mental, murió sin dejar descendencia. Prestamente, tanto la corona austriaca, como la francesa, piden el trono de España : por un lado, el archiduque austriaco Carlos, y por otra parte el nieto de Luis XIV de Francia, Felipe de Anjou, de la casa borbónica y que finalmente vencerá en esta guerra, implantando en España la dinastía Borbón y gobernando bajo el nombre de Felipe V.

Este enfrentamiento por la corona española era la oportunidad esperada por los ingleses, que decidieron apoyar al archiduque Carlos. Poco a poco los ingleses tejieron una tela de araña por toda Europa para aislar al rey Sol, al rey francés. Los borbones se quedaron solos. Pero ¿Qué pretendían los ingleses? Sencillamente hacerse con la hegemonía, convertirse en la gran potencia mundial. Igual que podemos afirmar que en el s.XX la hegemonía mundial correspondía a aquellos países que poseían la capacidad nuclear, en pleno s.XVIII, esa hegemonía se conseguía controlando los mares. Quién controlaba el mar, quien poseía la mejor flota, quien tenía mas puertos comerciales, era el amo del mundo. En ese propósito inglés de convertirse en la potencia hegemónica, arrinconar a España y controlar de alguna forma el estrecho de Gibraltar, las puertas del Mediterráneo, era fundamental.

En plena contienda, ya proclamados ambos aspirantes como reyes por sus partidarios, se produce el hecho que conducirá a la inesperada conquista de Gibraltar, tan inesperada que ni los propios ingleses la contemplaban. Todos los avatares que conducirán finalmente a la toma de Gibraltar serán protagonizados por una flota inglesa, reforzada por Holanda, y constituida por 61 navíos de guerra, que sumaban mas de 25000 hombres. Esta enorme flota estaba dirigida por el almirante inglés George Rooke. El objetivo de esta enorme flota era la conquista de una importante ciudad costera española, para, a partir de ahí, iniciar la conquista de España en nombre del pretendiente austríaco, al que sus partidarios ya llamaban Carlos III. Una evidencia que a todos nos salta a la vista, es que, si el objetivo de los ingleses hubiera sido invadir Gibraltar, no hubieran enviado a 25000 hombres y mas de sesenta navíos de guerra: probablemente con 5 ó 6 hubieran tenido suficiente.

Como hemos dicho, este era el propósito inicial, conquistar una gran ciudad costera, y, entre todas ellas, la presa predilecta de los ingleses, la ciudad que siempre habían deseado, por la que siempre habían suspirado y que habían intentado conquistar en varias ocasiones: Cádiz. Y ¿qué tenía Cádiz? Cádiz era el cordón umbilical que alimentaba las finanzas de toda la monarquía hispánica. Sin Cádiz, España se quedaba sin dinero. Pero el almirante inglés rehúsa ni tan siquiera iniciar el combate contra Cádiz al considerar que no tiene suficientes hombres, e inicia un largo periplo sin ningún objetivo definido.

Fijaos que he dicho una importante ciudad costera, y de hecho lo intentaron, iniciando una larga peregrinación marítima: primero fue Barcelona, pero fueron rechazados, después lo intentaron, a la par que descendían por el Mediterráneo, con Castellón y con Valencia, pero también fracasaron. Finalmente pusieron rumbo al sur, buscando esa ciudad que conquistar. Estuvieron patrullando las aguas atlánticas durante todo el mes de junio sin nada que hacer, hasta que acabaron fijándose en Málaga: pero la misión también fue imposible. Los ingleses decidieron esperar en las aguas del estrecho a que apareciera la oportunidad de atacar Cádiz, pero las cosas comenzaron a no ir bien: tanto tiempo embarcados sin directrices claras provocó que los nervios empezaran a aflorar. El nerviosismo ante la incapacidad de poner un pie en tierra española era palpable y retrasaba los planes de guerra. El hastío de la marinería, complementado con las dificultades de encontrar puertos donde avituallarse de agua y comida, hicieron que el tedio, esa sensación de no tener nada que hacer, se adueñara de todos los integrantes de la flota. Y esta va a ser, precisamente, y aunque no os lo creáis, la clave de la conquista de Gibraltar: el aburrimiento.

Finalmente, la flota recaló cerca de Tetuán casi por casualidad. En esos días de finales de julio, se produjo una reunión entre el general austríaco y el almirante inglés, sin saber qué hacer, o mejor dicho sin nada que hacer, completamente aburridos de dar vueltas arriba y abajo del Mediterráneo, barajan la conquista de Sanlúcar de Barrameda o la de Mahón, o de cualquier otro lado, pero la conclusión es que lo más fácil sería la conquista de una pequeña plaza, prácticamente desconocida, y que sabían que estaba desguarnecida: Gibraltar. Vamos a leer un extracto de la resolución de esa reunión, y que dice así:

Puesto que llegamos a la conclusión de que el ataque contra Cádiz es impracticable con alguna perspectiva o esperanza de éxito sin un ejército que coopere con la flota, desembarcaremos a nuestras fuerzas de desembarco, inglesas y holandesas, bajo el mando del príncipe de Hesse, en la bahía de Gibraltar, ( … ), al mismo tiempo que bombardeamos y cañoneamos la plaza desde nuestras naves … 

Y así llegamos al día clave. Situémonos, son las primeras horas del día 1 de agosto de 1704, cuando la flota inglesa del almirante Rooke entra en las aguas de la bahía de Algeciras, formando las naves en línea frente a la ciudad de Gibraltar. Según sabemos, los vigías que estaban apostados en la plaza de Gibraltar, vieron la enorme flota, pero lo tomaron con distensión, en definitiva, en esos días de guerra, no era extraño ver flotas que iban y venían, y jamás podían imaginar que el objetivo eran ellos. Todo está listo. Pero, ¿Cómo era la Gibraltar española de 1704? Era una pequeña ciudad, con tan solo 1200 casas y 4000 habitantes, que se dedicaban principalmente a la pesca, la agricultura y el comercio. La ciudad, sin ningún valor especial, estaba mal defendida, ya que solo contaba con 100 cañones y una guarnición de 80 hombres. Remarquemos este dato, 80 soldados españoles contra 25000 ingleses y holandeses. Al final fueron algo mas, porque cuando el gobernador de la ciudad, Diego de Salinas, es consciente de que les van a atacar recluta a muchos vecinos, hasta formar un contingente de 470 hombres.




La flota anglo-holandesa entrando en la bahía de Gibraltar

¿Cómo se produce el desenlace? Algunos buques ingleses comienzan a realizar disparos intimidatorios, a la par que envían algunos mensajeros a parlamentar con el gobernador, al que entregan una carta, presuntamente del aspirante al trono Carlos III, en la que le reclaman que entregue la ciudad. Y ahora, lo mas inaudito, que es la respuesta española a ese ultimátum. Digamos que una respuesta muy española: a la par bravucona y orgullosa, casi suicida… pero es que siempre fuimos muy hidalgos… y, perdonad por la expresión, algo idiotas:

Dice así la respuesta española:

Esta ciudad, habiendo recibido carta de su excelencia de fecha de hoy, responde: que ha jurado al señor don Felipe V como a su rey y señor natural y como corresponde a sus fieles y leales vasallos, sacrificaremos nuestras vidas en defensa suya, y así será con esta ciudad y sus habitantes: no tenemos nada que añadir sobre el tema.

Tras recibir la contestación, la escuadra inglesa deja transcurrir el día 2 y 3, a la espera de acontecimientos. Finalmente envían una nueva carta, en la que ahora sí, dan media hora para entregar la ciudad. Como los gibraltareños vuelven a negarse, a las 5 de la mañana del cuatro de agosto, los ingleses iniciaron un bombardeo inmisericorde durante 6 horas, disparando 28000 balas de cañón y centenares de bombas incendiarias. Ante la masacre, mujeres, niños y ancianos corrieron a refugiarse en las ermitas. En una primera oleada 700 soldados ingleses desembarcaron en la costa de Gibraltar. La defensa, como era de prever, era insostenible y finalmente el gobernador capituló y enarboló la bandera blanca. La Gibraltar española se rendía. Lo mas curioso es que el almirante inglés tomó la ciudad en nombre del pretendiente a la corona Carlos III, y que buscó en los alrededores tropas carlistas que se hicieran con la ciudad, pero no fue capaz de encontrar un solo soldado, ante lo cual, decidió tomar la ciudad definitivamente en nombre la reina Ana de Inglaterra.

A partir de ese momento, los ingleses dejaron 1800 soldados para controlar la ciudad. Estos soldados provocaron tumultos por doquier, asaltaron viviendas, profanaron las ermitas, violentaron a las mujeres, … la convivencia era una hoguera en llamas, y es entonces, cuando los habitantes de Gibraltar deciden exiliarse, marcharse para siempre, dejando Gibraltar completamente abandonada.


La guerra de sucesión daría muchas vueltas hasta 1713. Nueve años después de la toma de Gibraltar, en ese año de 1713, se producirá la firma del famosísimo Tratado de Utrech, en el que España entrega definitivamente Gibraltar y Menorca a los ingleses, a cambio de algo, no os vayáis a pensar, … a cambio de que la reina inglesa reconozca definitivamente al Borbón, Felipe V, como rey de España.




Sí que es importante que conozcáis que este Tratado de Utrech, tiene un artículo, el 10, que todavía de vez en cuando oiréis a algún político actual llevárselo a la boca, porque este artículo, es el artículo de la discordia, ya que los ingleses lo interpretan de una forma y los españoles de otra.

Dice así:


El rey católico (…) cede a la corona de Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, y las defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad para que la tenga (…) para siempre (…) pero (y esto es lo importante) sin jurisdicción alguna territorial.


Y es en este “sin jurisdicción alguna territorial” donde se produce el debate, … pero, esa es otra historia.




Firma del Tratado de Utrech y comienzo del artículo 10


Como estamos en anécdotas de la historia, acabemos con una de lo mas curiosa sobre el Tratado de Utrech. El gobierno español ha reclamado insistentemente la no vigencia del tratado de Utrech, con la intención de dejar en papel mojado este famoso artículo X que entregaba Gibraltar a Inglaterra. Pero, ay amigos! Nadie ha reparado que con el fin de este tratado también se suprimiría el artículo XII, donde la reina de Inglaterra entregaba la soberanía de Cataluña al Reino de España. Y la reflexión es: si se aboliera el tratado de Utrech, Cataluña, legítimamente, podría reclamar, ahora sí, con base legal, su independencia.


Y por último, hagamos un sucinto resumen: fijaos en perspectiva después de lo que hemos contado, en esta enorme anécdota histórica, en esta paradoja realmente surrealista: el origen del conflicto de Gibraltar que ha marcado durante 300 años la historia de nuestro país, que ha provocado el éxodo de miles personas, que ha causado centenares de muertes a lo largo de los siglos, miseria, hambre, rupturas familiares, dolor … estuvo en algo tan insignificante, tan liviano, tan intrascendente … tan humano como el simple aburrimiento de un grupo de marineros ingleses.

Este artículo ha sido realizado a partir de la consulta de los siguientes documentos:


- El libro El Estrecho, treinta siglos de historia en Gibraltar, de Joaquín Cestino y publicado en la editorial Arguval.

Un libro raro, porque el cómic histórico es un género prácticamente inexistente: se titula Gibraltar, 1704. El último día, de Esteban Alcántara.

- Documental de Canal Historia: El conflicto de Gibraltar

- Tesis doctoral de Concepción Anguita Olmedo: La cuestión de Gibraltar: orígenes del problema y propuestas de restitución (1704-1900)


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