viernes, 1 de marzo de 2019

H21: MATAHARI, LA VIDA DE UNA MUJER ÚNICA



Mata Hari

Paseando estas navidades por el centro de Madrid, llegué, casi sin quererlo, a la plaza del Carmen, entre Gran Vía y la Puerta del Sol. Mirando alrededor de este lugar emblemático, me encontré de repente con un edificio que había visto decenas de veces, pero que en aquella ocasión no llamó mi atención hasta que observe a decenas de personas entrando y saliendo de él cargados de bolsas.

Y entonces pensé en el tiempo. En como el paso del tiempo de los edificios se asemeja al de las personas y al de las civilizaciones. Siempre hay una época de formación, una de gloria y finalmente una de decadencia. A esta última había llegado ese edificio señorial, majestuoso, que desde finales del siglo XIX preside la plaza del Carmen.

Cuando me quedé mirando el trasiego compulsivo de los visitantes, el rojo que se desteñía por sus paredes interiores, y sus eslóganes mil veces repetidos, no pude evitar pensar: “joder, otro puto Media Mark”.

El que fue el Cine Madrid en su inauguración, en el que proyectaron las primeras películas en movimiento en España; el que más tarde, a comienzos del s.XX, sería el Gran Kursaal en el que Azaña daría algunos de sus discursos más importantes o en el que Valle Inclán pasaría algunas noches de su vida madrileña, ahora era una tienda más en el centro de Madrid.



Aspecto del edificio de la Plaza del Carmen de Madrid donde actuó Mata Hari en 1906. En 1946 y en la actualidad

Produce cierta desazón y melancolía, al menos a mí, pero también, nos va a servir como punto de partida para hablar de un hecho ocurrido en 1906 en el interior de este edificio, de este edificio que ha perdido su identidad, un hecho que nos va a permitir recordar la figura histórica de una mujer única, cuya peripecia vital ha sido llevada a los libros y al cine en multitud de ocasiones.

Vamos a imaginar…
15 de enero 1906. Son las 10 de la noche. Estamos en el interior del edifico de la plaza del Carmen del que acabamos de hablar. El ambiente está cargado, nubes de humo procedentes de los cigarros suben hacia el techo traspasando la luz tenue y tenebrosa de la enorme sala. Las conversaciones entre los asistentes se superponen unas a otras, generando un ruido de gallinero. El opio y la cocaína, fáciles de conseguir en aquellos primeros años del s.XX en Madrid, contribuyen a la excitación general. La expectación es desbordante, y los periódicos en los últimos días han alimentado el interés y la curiosidad. Ningún madrileño a partir de la mediana edad ha querido perderse el espectáculo y se han pagado barbaridades por una localidad. La inmensa pista de frontón se ha transformado esa noche en una gran sala de cabaret y variedades. No cabe un alfiler. Estamos asistiendo a la inauguración del Gran Kursaal de Madrid, y para esta inauguración el empresario propietario ha traído nada mas y nada menos que a la artista que está en boca de todos, la bailarina a la que todas las salas de las grandes capitales europeas quieren tener en sus escenarios, y está a punto de iniciar su espectáculo.



Mata Hari, alrededor de 1907

En ocasiones hay nombres propios que adquieren una significación propia, se produce, como diría un lingüista, una lexicalización, como cuando llamamos danone a un yogur, decimos “no llores que se te corre el Rimmel”, o como cuando nos referimos a una persona que liga mucho, que es seductora, como un don Juan. Esta mujer, de la que vamos a hablar hoy, y que está a punto de comenzar su espectáculo, consiguió que su nombre, convertido en leyenda, sufriera un proceso de lexicalización, algo que ha ocurrido muy pocas veces con personajes históricos, y también que hoy en día, en determinadas circunstancias, y dirigido a determinadas personas, sigamos oyendo aquello de “eres una Mata Hari”.

A Mata Hari podemos definirla con dos términos: espía y bailarina. Ella misma se consideró una mala espía y una gran bailarina, pero para los que la vieron y la conocieron, fue justamente lo contrario: una gran espía, y una pésima bailarina. Decían de ella que no bailaba bien, que no sabía danzar, y que ni siquiera era especialmente guapa, pero que en la Europa de la 1ª guerra mundial, sus escarceos amorosos con hombres poderosos, sus contactos con dirigentes y militares de alto rango de un lado y de otro, la convirtieron en una espía letal, quizá la primera espía doble de la historia.



Mata Hari durante una de sus actuaciones

Con Mata Hari, y como siempre decimos desde esta sección con otros personajes de gran relevancia, es difícil discernir la realidad de la ficción, porque su solo nombre tiene tal fuerza histórica, que su halo de leyenda trasciende cualquier análisis. Pero hoy vamos a intentar dar un enfoque distinto a su figura. Vamos a intentar olvidar si actuó bien o mal. Si espió para el bando enemigo o equivocado, si fue o no una traidora, eso lo vamos a dejar para los historiadores expertos. Nosotros vamos a intentar entender y comprender quién fue y que la llevó a hacer lo que hizo desde una única perspectiva: la de ser mujer.

Pero volvamos de nuevo a nuestro edificio, al Kursaal de la plaza del Carmen de Madrid, hoy tristemente profanado. Mata Hari, ya en el escenario del Kursaal, se presenta como una princesa javanesa que domina las artes eróticas, pero pronto comienzan a escucharse silbidos. Sus movimientos son torpes, aunque voluptuosos. Lleva siete velos que todavía no ha comenzado a quitarse. A partir de aquí, vamos a recuperar la crónica de su actuación en el Kursaal, publicada al día siguiente por el periodista Francisco Serrano Anguita, y que dice así:

“Por fin, sobre el tabladillo portátil, apareció Mata Hari, desnudos los pies y envuelto el cuerpo en amplias gasas de tono gris, que revoloteaban en los giros de una danza lenta, grave, con mucho estirar los brazos, mucho empinarse en puntillas, echar la cabeza para atrás agitando la rizada melena, y en vista de que aquello se prolongaba, comenzó el bullicio: “Caray que tabarrón!” decían unos, “párate un poco, Matachinches,” gritaban otros, Matahari, desconcertada, interrumpe la danza, arreciando los bastonazos, los taconeos, los silbidos, hasta que la bailarina con un gesto de rabia y orgullo rasgó las gasas y se desprendió de ellas, entonces si tabletearon los aplausos”

Como sobreentendemos en la crónica, efectivamente, los espectáculos, supuestamente de danza, de Mata Hari, consistían en desprenderse poco a poco de esos siete velos hasta acabar completamente desnuda. Es curioso que no tenía pudor en mostrar su cuerpo de cintura para abajo, pero había una parte de su anatomía que jamás enseñaba: los pechos. Ella misma contaría el motivo, que, durante su vida en Java, su marido, borracho y maltratador, en un ataque de celos, de un mordisco le arrancó un pezón.

Un aspecto desconocido de Mata Hari es su enorme vinculación con España, que comienza esa noche en el Gran Kursaal de Madrid, pero que a lo largo de los años la trajo varias veces a nuestro país, tanto para sus espectáculos en los cabarets nocturnos como para determinadas misiones en su doble vida como espía del imperio alemán.

Desde esta perspectiva, digamos de Mata Hari, que, aunque muchos piensen lo contrario, no era originaria de ningún país asiático, sino que nació en un pueblecito al norte de Holanda, con el nombre de Margarita, dentro de una familia acomodada que le brindó una infancia feliz. Sin embargo, todo se trunca, cuando en plena adolescencia su padre se arruina, sus padres se separan y al poco su madre muere. Y es entonces, cuando Mata Hari, se encuentra con su realidad. La realidad de una mujer de comienzos del siglo XX, completamente sola y desamparada, la realidad de una mujer que comienza un viaje, una rebelión hacia su independencia. Tenía que subsistir, y para sobrevivir necesitaba un hombre. Con 18 años, en un periódico lee la oferta de un oficial del ejército holandés que había sido destinado a la isla de Java y que buscaba esposa. Contesta, se casa con él, y marcha hacia Indonesia, donde llevará la vida destinada a las mujeres: ser madre y acompañar a su marido en la vida social. Como vemos, nuestra protagonista, se pliega a las convenciones sociales de la época para tomar impulso, pero su objetivo a la larga era otro. Ella jamás volvería a ir a por un hombre, serían los hombres los que la buscarían.




Mata Hari, todavía Margarita, junto a su marido


Al hilo de esto, en el juicio a la que se le somete en 1917 por traición, Mata Hari declararía, ante las preguntas del fiscal francés:

“Señor fiscal, me temo que no entiende usted a los hombres, yo no voy a sus casas, son ellos los que vienen a mi”

En Java, no solo  se aburría, sino que también se le hizo insoportable la vida rutinaria de la mujer de un militar. En una de las fiestas sociales a las que asistía junto a su marido, vio un baile exótico que inmediatamente asumió como la posibilidad de cambiar de vida. Lo copio y lo aprendió. Además, en Java, vive una de las tragedias de su vida, cuando su hijo de 3 años es envenenado por la mujer de un indígena, que había decidido vengarse por la detención de su marido. A partir de ese momento la relación con su marido se deteriora, ya que este la culpa de no haber vigilado al niño. Este hecho la perseguiría toda la vida, y el odio que se generará entre la pareja provocará su divorcio. También en esta época, al divorciarse de su marido, ya de vuelta en Holanda, se producirá el otro gran  drama de su vida, cuando en el proceso de separación el juez dicta que su hija debe permanecer junto a su padre. No tiene nada de lo que deseaba, y es entonces cuando decidió marcharse a París y reinventarse como mujer. Allí adoptaría su nombre artístico, Mata Hari, “ojo del amanecer”



Jeanne, la hija de Mata Hari

En París comienza su carrera artística, y en un tiempo breve su fama se extiende por toda Europa. También comienza su desenfrenada acumulación de amantes, todos hombres y todos con altas graduaciones militares. Mata Hari, en lo que hoy entendemos como el ejercicio de su libertad, reconocía que le encantaban los hombres, y especialmente los militares. Llegó a decir literalmente:

Prefiero acostarme con un militar pobre que con un banquero rico”




Reseña en prensa que recoge las primeras apariciones de la bailarina Mata Hari en París

Sin embargo, imaginaos el impacto en la moral de la época. Una mujer que renuncia al tradicional papel íntimo y familiar de la mujer, y que sin ningún tapujo habla y disfruta de su sexualidad. Es importante desmentir en este aspecto el bulo de que Mata Hari ejercía la prostitución, al menos esta es mi opinión. Mata Hari se acostaba con quien quería, pero bajo una premisa: los hombres intentaban seducirla y era común verlos a las puertas de sus camerinos tras las actuaciones, pero era ella la que elegía.

Y es esta debilidad, esta atracción por los hombres con uniforme, por los militares, lo que la llevará al patíbulo. Al estallar la 1ª guerra mundial en 1914, tanto los servicios de espionaje alemanes, como los franceses, se dan cuentan del potencial de esta mujer, que coleccionaba amantes militares de los estados mayores de ambos países. ¿Qué mejor espía que aquella famosa bailarina que pasaba noches en la intimidad con los grandes generales, que se había movido por toda Europa y cuya presencia en cualquier ciudad no levantaría sospechas?

A Mata Hari el estallido de la 1ª guerra mundial la pilla en Berlín. Dentro del alto estado alemán tenía varios amantes, pero el primero que le propone espiar para el imperio alemán es el embajador de Alemania en Holanda. Ya que ella viajaba mucho a París para actuar, y no eran pocos los militares que intentaban acceder a ella, ¿por qué no buscarse algunos amantes de la alta clase militar y política de los que pudiera obtener información? La realidad objetiva era que Mata Hari no tenía ninguna necesidad económica real de meterse en un lío semejante, ya que podía llegar a ganar 10000 francos por actuación. Pero la proposición económica fue tan enorme, que finamente accedió. Sin embargo, y aquí es donde se produce el drama de esta mujer, al llegar a París, serán los franceses los que la presionen para que espié a los alemanes siguiendo el mismo método: amantes poderosos que pertenezcan a la política y al ejército alemán. De esta forma Mata Hari firmará su sentencia de muerte, al convertirse en una agente doble.

Toda la acción que la conducirá finalmente a ser detenida y juzgada se desarrollará en Madrid. ¿Y por qué Madrid? Porque es en España, país neutral en la 1ª guerra mundial, adonde acaban llegando todos los espías de los países beligerantes, por la sencilla razón de que España era uno de los pocos países en Europa donde los espías podían actuar libremente sin miedo a ser detenidos. Así Mata Hari se trasladará a Madrid, y entre 1914 y 1916 permanecerá en nuestro país, actuando en el Kuursal, en el cabaret la Alhambra, en Barcelona, a la par que desarrolla sus labores como espía.

Pero la verdad, ampliamente consensuada, es que Mata Hari era un mal espía. Jamás fue una persona discreta, pausada y equilibrada. Sino que siempre fue alguien excéntrica, dominada por los placeres mundanos, que le gustó disfrutar y dejarse llevar por la fiesta, la bebida, el amor. Todo lo contrario, a lo que debía ser un espía, y más aún, una doble agente. Aquí en Madrid comienza a intimar con numerosos militares franceses y alemanes, lo que rápidamente pone en alerta a los servicios de contraespionaje de ambos países.

La detención de Mata Hari se debe a la trampa que le tendió el comandante Ladoux, miembro destacado del espionaje francés, que le propone trasladarse nuevamente a España para obtener información de los militares alemanes a cambio de una suma de dinero considerable. En Madrid, Mata Hari entra en contacto con un miembro de la embajada francesa, que le facilita una información trampa. Mata Hari cae en el engaño y traslada esa información al agregado militar alemán de la embajada en Madrid, que ha cambio le habla del desembarco de unos submarinos alemanes en Marruecos. Cuando Mata Hari transmite esta información, los franceses ya la conocen, pero también tienen ya la evidencia de que ella la ha obtenido intercambiándola por la información que la dieron. Los franceses tienen decidido detenerla, y deciden esperar tranquilamente hasta que Mata Hari salga de España, país en el que no podían hacerlo.

Finalmente, la oportunidad se presenta, cuando interceptan un telegrama del servicio de espionaje alemán dirigido al agente H21, y que dice así:


«Comunicar a la agente H 21 que vuelva a Francia y continúe allí su misión. Le llegará un cheque de 15000 francos»


H21 no era otro, que el nombre en clave de Mata Hari, que acató la orden y se dispuso a viajar inmediatamente en avión a París, donde los franceses la detendrían y la acusarían de alta traición. A partir de ese momento, todos los grandes hombres de la época que la conocían le dieron la espalda. Nadie la ayudó, ninguna de sus peticiones de ayuda fue escuchada, y pese a la escasas pruebas y certezas, fue condenada a muerte. 


Expediente del juicio por traición contra Mata Hari

Pero nada nos define mejor a esta mujer que sus últimos momentos con vida: 

El 15 de octubre de 1917, Mata Hari, sobre las 05:30 de la madrugada, sería fusilada a las afueras de París. Cuando se le comunica que ha llegado el momento, en su oscura y húmeda celda, se viste con un traje de dos piezas, se coloca un sombrero de tres picos cuidadosamente para tapar sus canas, se maquilla, y se abotona un abrigo. Ya en el paredón, se niega a que la aten al poste, y de la misma manera rehúsa a que la venden los ojos. Lanza besos a su abogado, antiguo amante, y al cura que la asistió, a la par que mira y sonríe a los soldados del pelotón mientras estos disparan.


Reseña en periódico que da cuenta del fusilamiento de Mata Hari

Mujer independiente, frívola, egocéntrica, valiente, aventurera, una mujer, sin duda, de otra época, que consiguió algo prácticamente imposible para una mujer de su tiempo: controlar su vida y tomar las decisiones de su destino.

En el juicio de 1917 por traición pronunciará unas palabras que sirven para sintetizar su espíritu, su vida y también su muerte:

“Quizás ustedes no lo entiendan, pero para una mujer de este siglo solo hay una cosa vital: poder tomar mis propias decisiones, una mujer debe reclamar su libertad para poder equivocarse tanto como un hombre”

Amén.


Este artículo ha sido realizado a partir de la consulta de los siguientes documentos:

Respecto a las biografías de Mata Hari, nada que decir, hay cientos de ellas, eso sí, si os interesa su vida, buscar una lo mas reciente posible, ya que no paran de aparecer nuevas informaciones que van esclareciendo poco a poco su papel como espía.

- Hay un especial del programa SER HISTORIA, de la cadena SER, dedicado a Mata Hari, que podéis encontrar en internet o en la aplicación en un podcast

- Por otro lado un libro diferente, de gran belleza narrativa, me refiero al libro de Paulo Coelho, publicado en 2016, titulado La espía.

- El documental La leyenda y la verdad de la vida de una espía.



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