Paseando estas navidades por el centro de Madrid, llegué,
casi sin quererlo, a la plaza del Carmen, entre Gran Vía y la Puerta del Sol.
Mirando alrededor de este lugar emblemático, me encontré de repente con un
edificio que había visto decenas de veces, pero que en aquella ocasión no llamó
mi atención hasta que observe a decenas de personas entrando y saliendo de él
cargados de bolsas.
Y entonces pensé en el tiempo. En como el paso del tiempo de
los edificios se asemeja al de las personas y al de las civilizaciones. Siempre
hay una época de formación, una de gloria y finalmente una de decadencia. A
esta última había llegado ese edificio señorial, majestuoso, que desde finales
del siglo XIX preside la plaza del Carmen.
Cuando me quedé mirando el trasiego compulsivo de los
visitantes, el rojo que se desteñía por sus paredes interiores, y sus eslóganes
mil veces repetidos, no pude evitar pensar: “joder, otro puto Media Mark”.
El que fue el Cine Madrid en su inauguración, en el que
proyectaron las primeras películas en movimiento en España; el que más tarde, a
comienzos del s.XX, sería el Gran Kursaal en el que Azaña daría algunos de sus
discursos más importantes o en el que Valle Inclán pasaría algunas noches de
su vida madrileña, ahora era una tienda más en el centro de Madrid.
Aspecto del edificio de la Plaza del Carmen de Madrid donde actuó Mata Hari en 1906. En 1946 y en la actualidad
Produce cierta desazón y melancolía, al menos a mí, pero
también, nos va a servir como punto de partida para hablar de un hecho ocurrido
en 1906 en el interior de este edificio, de este edificio que ha perdido su
identidad, un hecho que nos va a permitir recordar la figura histórica de una
mujer única, cuya peripecia vital ha sido llevada a los libros y al cine en
multitud de ocasiones.
Vamos a imaginar…
15 de enero 1906. Son las 10 de la noche. Estamos en el
interior del edifico de la plaza del Carmen del que acabamos de hablar. El
ambiente está cargado, nubes de humo procedentes de los cigarros suben hacia el
techo traspasando la luz tenue y tenebrosa de la enorme sala. Las
conversaciones entre los asistentes se superponen unas a otras, generando un ruido
de gallinero. El opio y la cocaína, fáciles de conseguir en aquellos primeros
años del s.XX en Madrid, contribuyen a la excitación general. La expectación
es desbordante, y los periódicos en los últimos días han alimentado el interés
y la curiosidad. Ningún madrileño a partir de la mediana edad ha querido
perderse el espectáculo y se han pagado barbaridades por una localidad. La
inmensa pista de frontón se ha transformado esa noche en una gran sala de cabaret
y variedades. No cabe un alfiler. Estamos asistiendo a la inauguración del Gran
Kursaal de Madrid, y para esta inauguración el empresario propietario ha traído
nada mas y nada menos que a la artista que está en boca de todos, la bailarina
a la que todas las salas de las grandes capitales europeas quieren tener en sus
escenarios, y está a punto de iniciar su espectáculo.
Mata Hari, alrededor de 1907
En ocasiones hay nombres propios que adquieren una
significación propia, se produce, como diría un lingüista, una lexicalización,
como cuando llamamos danone a un yogur, decimos “no llores que se te corre el
Rimmel”, o como cuando nos referimos a una persona que liga mucho, que es
seductora, como un don Juan. Esta mujer, de la que vamos a hablar hoy, y que
está a punto de comenzar su espectáculo, consiguió que su nombre, convertido en
leyenda, sufriera un proceso de lexicalización, algo que ha ocurrido muy pocas
veces con personajes históricos, y también que hoy en día, en determinadas
circunstancias, y dirigido a determinadas personas, sigamos oyendo aquello de
“eres una Mata Hari”.
A Mata Hari podemos definirla con dos términos: espía y
bailarina. Ella misma se consideró una mala espía y una gran bailarina, pero
para los que la vieron y la conocieron, fue justamente lo contrario: una gran
espía, y una pésima bailarina. Decían de ella que no bailaba bien, que no sabía
danzar, y que ni siquiera era especialmente guapa, pero que en la Europa de la
1ª guerra mundial, sus escarceos amorosos con hombres poderosos, sus contactos
con dirigentes y militares de alto rango de un lado y de otro, la convirtieron
en una espía letal, quizá la primera espía doble de la historia.
Mata Hari durante una de sus actuaciones
Con Mata Hari, y como siempre decimos desde esta sección con
otros personajes de gran relevancia, es difícil discernir la realidad de la
ficción, porque su solo nombre tiene tal fuerza histórica, que su halo de
leyenda trasciende cualquier análisis. Pero hoy vamos a intentar dar un enfoque
distinto a su figura. Vamos a intentar olvidar si actuó bien o mal. Si espió
para el bando enemigo o equivocado, si fue o no una traidora, eso lo vamos a
dejar para los historiadores expertos. Nosotros vamos a intentar entender y
comprender quién fue y que la llevó a hacer lo que hizo desde una única perspectiva:
la de ser mujer.
Pero volvamos de nuevo a nuestro edificio, al Kursaal de la
plaza del Carmen de Madrid, hoy tristemente profanado. Mata Hari, ya en el
escenario del Kursaal, se presenta como una princesa javanesa que domina las
artes eróticas, pero pronto comienzan a escucharse silbidos. Sus movimientos
son torpes, aunque voluptuosos. Lleva siete velos que todavía no ha comenzado a
quitarse. A partir de aquí, vamos a recuperar la crónica de su actuación en el
Kursaal, publicada al día siguiente por el periodista Francisco Serrano
Anguita, y que dice así:
“Por fin, sobre el
tabladillo portátil, apareció Mata Hari, desnudos los pies y envuelto el cuerpo
en amplias gasas de tono gris, que revoloteaban en los giros de una danza
lenta, grave, con mucho estirar los brazos, mucho empinarse en puntillas, echar
la cabeza para atrás agitando la rizada melena, y en vista de que aquello se
prolongaba, comenzó el bullicio: “Caray que tabarrón!” decían unos, “párate un
poco, Matachinches,” gritaban otros, Matahari, desconcertada, interrumpe la
danza, arreciando los bastonazos, los taconeos, los silbidos, hasta que la
bailarina con un gesto de rabia y orgullo rasgó las gasas y se desprendió de
ellas, entonces si tabletearon los aplausos”
Como sobreentendemos en la crónica, efectivamente, los
espectáculos, supuestamente de danza, de Mata Hari, consistían en desprenderse
poco a poco de esos siete velos hasta acabar completamente desnuda. Es curioso
que no tenía pudor en mostrar su cuerpo de cintura para abajo, pero había una
parte de su anatomía que jamás enseñaba: los pechos. Ella misma contaría el
motivo, que, durante su vida en Java, su marido, borracho y maltratador, en un
ataque de celos, de un mordisco le arrancó un pezón.
Un aspecto desconocido de Mata Hari es su enorme vinculación
con España, que comienza esa noche en el Gran Kursaal de Madrid, pero que a lo
largo de los años la trajo varias veces a nuestro país, tanto para sus
espectáculos en los cabarets nocturnos como para determinadas misiones en su
doble vida como espía del imperio alemán.
Desde esta perspectiva, digamos de Mata Hari, que, aunque
muchos piensen lo contrario, no era originaria de ningún país asiático, sino
que nació en un pueblecito al norte de Holanda, con el nombre de Margarita,
dentro de una familia acomodada que le brindó una infancia feliz. Sin embargo,
todo se trunca, cuando en plena adolescencia su padre se arruina, sus padres se
separan y al poco su madre muere. Y es entonces, cuando Mata Hari, se encuentra
con su realidad. La realidad de una mujer de comienzos del siglo XX,
completamente sola y desamparada, la realidad de una mujer que comienza un
viaje, una rebelión hacia su independencia. Tenía que subsistir, y para
sobrevivir necesitaba un hombre. Con 18 años, en un periódico lee la oferta de
un oficial del ejército holandés que había sido destinado a la isla de Java y
que buscaba esposa. Contesta, se casa con él, y marcha hacia Indonesia, donde
llevará la vida destinada a las mujeres: ser madre y acompañar a su marido en
la vida social. Como vemos, nuestra protagonista, se pliega a las convenciones
sociales de la época para tomar impulso, pero su objetivo a la larga era otro.
Ella jamás volvería a ir a por un hombre, serían los hombres los que la
buscarían.
Mata Hari, todavía Margarita, junto a su marido
Al hilo de esto, en el juicio a la que se le somete en 1917
por traición, Mata Hari declararía, ante las preguntas del fiscal francés:
“Señor fiscal, me temo que no entiende
usted a los hombres, yo no voy a sus casas, son ellos los que vienen a mi”
En Java, no solo se aburría, sino que también se le hizo insoportable la vida rutinaria de la mujer de un militar. En una de las fiestas sociales a las que asistía junto a su marido, vio un baile exótico que inmediatamente asumió como la posibilidad de cambiar de vida. Lo copio y lo aprendió. Además, en Java, vive una de las tragedias de su vida, cuando su hijo de 3 años es envenenado por la mujer de un indígena, que había decidido vengarse por la detención de su marido. A partir de ese momento la relación con su marido se deteriora, ya que este la culpa de no haber vigilado al niño. Este hecho la perseguiría toda la vida, y el odio que se generará entre la pareja provocará su divorcio. También en esta época, al divorciarse de su marido, ya de vuelta en Holanda, se producirá el otro gran drama de su vida, cuando en el proceso de separación el juez dicta que su hija debe permanecer junto a su padre. No tiene nada de lo que deseaba, y es entonces cuando decidió marcharse a París y reinventarse como mujer. Allí adoptaría su nombre artístico, Mata Hari, “ojo del amanecer”
Jeanne, la hija de Mata Hari
En París comienza su carrera artística, y en un tiempo breve
su fama se extiende por toda Europa. También comienza su desenfrenada
acumulación de amantes, todos hombres y todos con altas graduaciones militares.
Mata Hari, en lo que hoy entendemos como el ejercicio de su libertad, reconocía
que le encantaban los hombres, y especialmente los militares. Llegó a decir
literalmente:
“Prefiero acostarme con un
militar pobre que con un banquero rico”
Sin embargo, imaginaos el impacto
en la moral de la época. Una mujer que renuncia al tradicional papel íntimo y
familiar de la mujer, y que sin ningún tapujo habla y disfruta de su
sexualidad. Es importante desmentir en este aspecto el bulo de que Mata Hari
ejercía la prostitución, al menos esta es mi opinión. Mata Hari se acostaba con
quien quería, pero bajo una premisa: los hombres intentaban seducirla y era
común verlos a las puertas de sus camerinos tras las actuaciones, pero era ella
la que elegía.
Y es esta debilidad, esta atracción por los hombres con
uniforme, por los militares, lo que la llevará al patíbulo. Al estallar la 1ª
guerra mundial en 1914, tanto los servicios de espionaje alemanes, como los
franceses, se dan cuentan del potencial de esta mujer, que coleccionaba amantes
militares de los estados mayores de ambos países. ¿Qué mejor espía que aquella
famosa bailarina que pasaba noches en la intimidad con los grandes generales,
que se había movido por toda Europa y cuya presencia en cualquier ciudad no
levantaría sospechas?
A Mata Hari el estallido de la 1ª guerra mundial la pilla en
Berlín. Dentro del alto estado alemán tenía varios amantes, pero el primero que
le propone espiar para el imperio alemán es el embajador de Alemania en
Holanda. Ya que ella viajaba mucho a París para actuar, y no eran pocos los
militares que intentaban acceder a ella, ¿por qué no buscarse algunos amantes
de la alta clase militar y política de los que pudiera obtener información? La
realidad objetiva era que Mata Hari no tenía ninguna necesidad económica real de
meterse en un lío semejante, ya que podía llegar a ganar 10000 francos por actuación.
Pero la proposición económica fue tan enorme, que finamente accedió. Sin
embargo, y aquí es donde se produce el drama de esta mujer, al llegar a París,
serán los franceses los que la presionen para que espié a los alemanes
siguiendo el mismo método: amantes poderosos que pertenezcan a la política y al
ejército alemán. De esta forma Mata Hari firmará su sentencia de muerte, al
convertirse en una agente doble.
Toda la acción que la conducirá finalmente a ser detenida y
juzgada se desarrollará en Madrid. ¿Y por qué Madrid? Porque es en España, país
neutral en la 1ª guerra mundial, adonde acaban llegando todos los espías de los
países beligerantes, por la sencilla razón de que España era uno de los pocos
países en Europa donde los espías podían actuar libremente sin miedo a ser
detenidos. Así Mata Hari se trasladará a Madrid, y entre 1914 y 1916 permanecerá
en nuestro país, actuando en el Kuursal, en el cabaret la Alhambra, en Barcelona,
a la par que desarrolla sus labores como espía.
Pero la verdad, ampliamente consensuada, es que Mata Hari era
un mal espía. Jamás fue una persona discreta, pausada y equilibrada. Sino que
siempre fue alguien excéntrica, dominada por los placeres mundanos, que le
gustó disfrutar y dejarse llevar por la fiesta, la bebida, el amor. Todo lo contrario,
a lo que debía ser un espía, y más aún, una doble agente. Aquí en Madrid
comienza a intimar con numerosos militares franceses y alemanes, lo que
rápidamente pone en alerta a los servicios de contraespionaje de ambos países.
La detención de Mata Hari se debe a la trampa que le tendió
el comandante Ladoux, miembro destacado del espionaje francés, que le propone
trasladarse nuevamente a España para obtener información de los militares
alemanes a cambio de una suma de dinero considerable. En Madrid, Mata Hari entra
en contacto con un miembro de la embajada francesa, que le facilita una
información trampa. Mata Hari cae en el engaño y traslada esa información al
agregado militar alemán de la embajada en Madrid, que ha cambio le habla del
desembarco de unos submarinos alemanes en Marruecos. Cuando Mata Hari transmite
esta información, los franceses ya la conocen, pero también tienen ya la
evidencia de que ella la ha obtenido intercambiándola por la información que la
dieron. Los franceses tienen decidido detenerla, y deciden esperar
tranquilamente hasta que Mata Hari salga de España, país en el que no podían
hacerlo.
Finalmente, la oportunidad se presenta, cuando interceptan
un telegrama del servicio de espionaje alemán dirigido al agente H21, y que
dice así:
«Comunicar a la agente H 21 que vuelva a Francia y continúe allí su misión. Le llegará un cheque de 15000 francos»
H21 no era otro, que el nombre en clave de Mata Hari, que acató la orden y se dispuso a viajar inmediatamente en avión a París, donde los franceses la detendrían y la acusarían de alta traición. A partir de ese momento, todos los grandes hombres de la época que la conocían le dieron la espalda. Nadie la ayudó, ninguna de sus peticiones de ayuda fue escuchada, y pese a la escasas pruebas y certezas, fue condenada a muerte.
Expediente del juicio por traición contra Mata Hari
Pero nada nos define mejor a esta mujer que sus últimos momentos con vida:
El 15 de octubre de 1917, Mata Hari, sobre las 05:30 de la madrugada, sería fusilada a las afueras de París. Cuando se le comunica que ha llegado el momento, en su oscura y húmeda celda, se viste con un traje de dos piezas, se coloca un sombrero de tres picos cuidadosamente para tapar sus canas, se maquilla, y se abotona un abrigo. Ya en el paredón, se niega a que la aten al poste, y de la misma manera rehúsa a que la venden los ojos. Lanza besos a su abogado, antiguo amante, y al cura que la asistió, a la par que mira y sonríe a los soldados del pelotón mientras estos disparan.
Reseña en periódico que da cuenta del fusilamiento de Mata Hari
Mujer independiente, frívola, egocéntrica, valiente, aventurera, una mujer, sin duda, de otra época, que consiguió algo prácticamente imposible para una mujer de su tiempo: controlar su vida y tomar las decisiones de su destino.
En el juicio de 1917 por traición pronunciará unas palabras que sirven para sintetizar su espíritu, su vida y también su muerte:
“Quizás ustedes no lo entiendan, pero para una mujer de este siglo solo hay una cosa vital: poder tomar mis propias decisiones, una mujer debe reclamar su libertad para poder equivocarse tanto como un hombre”
Amén.
Este artículo ha sido realizado a partir de la consulta de los siguientes documentos:
Respecto a las biografías de Mata Hari, nada que decir, hay cientos de ellas, eso sí, si os interesa su vida, buscar una lo mas reciente posible, ya que no paran de aparecer nuevas informaciones que van esclareciendo poco a poco su papel como espía.
- Hay un especial del programa SER HISTORIA, de la cadena SER, dedicado a Mata Hari, que podéis encontrar en internet o en la aplicación en un podcast
- Por otro lado un libro diferente, de gran belleza narrativa, me refiero al libro de Paulo Coelho, publicado en 2016, titulado La espía.
- El documental La leyenda y la verdad de la vida de una espía.
- El documental La leyenda y la verdad de la vida de una espía.
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